"El árbol" (Cuento corto número 103)

Rodrigo volvía del trabajo en colectivo. Al lado de la puerta la gente empuja aunque no haga falta, para no perder la costumbre. En eso ve una casa y sin pensarlo se apura a tocar timbre. Baja con su mochila y el colectivo lleno se va. Queda mirando hacia enfrente, la plaza enrejada en color verde. Ahí jugaba de chico. ¿Por qué se le ocurrió bajarse?. Caminó como quien quisiera ubicarse con la posición del sol, mirando al cielo y luego a los edificios blancos y grises. Se bajó a la calle y comenzó a caminar por ahí, no venía ningún auto. Del lado de la plaza unos tres árboles resistían el paso del tiempo y Rodrigo los recordaba. Del otro lado en cambio eran más. Y sentía que seguían siendo los mismos, pegados al cordón y con la misma altura y tamaño, con las copas de hojas en mezcla entre verde y amarillo otoño. Siguió caminando y por alguna magia no había tránsito, asi que escuchaba el ruido de sus pies pisando hojas. Los iba a los árboles tocando de a uno, como quien acaricia algo que es suyo, como pulóveres en los placares. Iba llegando a la esquina y se detuvo. Se acomodó bien la mochila y sacó su celular. Buscó en la corteza y en un lugar que recordaba. Y apenas legible ahí estaba: “R y M”. Pegó un salto como quien encuentra el oro del Perú. Sacó siete fotos y luego elegiría una sola. Por la noche la mandó por Facebook a Mariana. Le escribió: Mariana, ¿te acordás de esto?. Y ella, con la seguridad propia del olvido, le escribió “No”. Rodrigo se sintió triste, mientras todos sus amigos le ponían “Me gusta” a su foto. El viejo árbol sigue siendo testigo de otoño de algo que sólo una parte recuerda. Y parece consolarlo a Rodrigo al moverse con el viento, cuando pasa con el colectivo todas las tardes.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“El árbol”-Cuento corto. Los recuerdos a veces son todo para unos, y nada para otros, porque el amor no hace nido en todos lados, elige. Uno es elegido por el amor. Como ese árbol, entre tantos, para guardar un momento.