Morón quiere decir que hay otra historia

1 comentarios viernes, 30 de octubre de 2009

"Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos suele suceder la misma cosa"
La forma de ser de una sociedad está íntimamente ligada a su historia, lugar desde donde se puede explicar y comprender sus procederes y definir –porqué no- la forma de ser de una población.

Aquello que nos identifica como un grupo de personas en sociedad es, para la socióloga Alcira Argumedo la llamada “matriz de pensamiento”. Dice que “las matrices contienen definiciones acerca de la naturaleza humana; de la constitución de las sociedades, su composición y desarrollo; diferentes interpretaciones de la historia; elementos para la comprensión de fenómenos del presente y modelos de organización social. También formula hipótesis referidas a los comportamientos políticos, económicos, sociales y culturales, que fundamentan la opción entre valores o intereses en conflicto”.

Morón tiene una rica historia a través de sus 117 años de vida. Pero abundante en datos no siempre significa conocimiento pleno, sino el recordar aquello que repetimos de tanto escucharlo.

Se intenta en esta nota explicar tanto los hechos conocidos por todos como ahondar en aquellos no tan conocidos y que merecen nuestra atención.

Tierras de Morón: regaladas y con resistencia

Nos situamos en el año 1580. Navegando por el Río de la Plata Juan de Garay pondría nombre precisamente a ese río para luego fundar la Ciudad de Buenos Aires por segunda vez (en 1536 Pedro de Mendoza lo había hecho por vez primera y no considerándola tierra apta, se fue).

Una vez asentados, comenzó el reparto de tierras por parte de Garay, básicamente a aquellos que junto a él habían llegado a conquistar el sector sur del continente. Precisamente uno de ellos, Juan Ruíz de Ocaña -hijo de un fiel soldado de Pedro de Mendoza durante la primera fundación- participó y ganó en esta suerte de sorteo, por lo que en 1589 tenía de su propiedad unas tierras situadas al este del arroyo que luego se llamaría Morón.

Como se las conocía según el propietario que las “adquiría”, a mediados del siglo XVII la zona fue denominada Cañada de Juan Ruíz.

El proceso de adquisición de tierras no implicaba en apariencia que grupos de indígenas hubieran sido literalmente “invitados” a retirarse, aunque no hay acuerdo en ello. Para Edgardo Coria, en su libro “Compilación histórica de Morón 1583-1959”, Juan Ruíz de Ocaña antes de ocupar su tierra desaloja a un cacique de origen guaraní llamado Telomonié Condié, y que según documentos que lo certifican, lucharon tanto en las cercanías del arroyo Morón como en el actual centro de la localidad. En cambio el historiador Raúl Molina, interpretando material cartográfico de la época, no encuentra por la zona rastro de algún tipo de construcción típica de defensa.

La duda de los entendidos es sobre la base de los mismos escritos, en su mayoría declaraciones de herederos o testamentos de la época que sirven de guía para el análisis.


Las versiones del nombre: tierra o apellido


Edgardo Coria comenta en su libro que en el año 1681 llega desde España a nuestro país Don Diego de Morón, que sería el encargado de la dirección de la prisión en Buenos Aires (que se casó ese mismo año con Isabel de Torres Brizeño). En 1696 fallece Diego de Morón, y su viuda se instala en una chacra que la gente llamaba Cañada de Juan Ruíz. A partir de allí, el lugar toma el nombre de Morón.

Adolfo Speratti, a través de su libro “Relatos Moroneneses” sostiene que “nuestro Morón no fue fundado por persona física alguna y mucho menos por el impertinente señorío de alguien, sino por algo más que esa vana búsqueda de ún apellido sin heráldica (...), fue fundado por algo más que esa vana búsqueda de concreciones o documentos que la historia no registró porque pasó distraída ante su humildísima cuna (...) fue fundado para avistar al indio primero y cambiar caballos después en el viaje a Luján, trampolín de audaces travesías”.


Ciudades que la conforman

Actualmente el partido de Morón está conformado por cuatro ciudades:

Cuando se viene en tren desde la Capital Federal muchos se habrán preguntado alguna vez, al bajar en la estación de Haedo, de dónde proviene su nombre. Y Mariano Haedo fue el primer director del llamado en aquel momento “Ferrocarril del Oeste”, allá por la década de 1850. Pero la estación recién se creó en 1886. Con poco más de 55.000 habitantes, fue declarada ciudad el 12 de noviembre de 1964.

La segunda en antigüedad dentro del partido es Villa Sarmiento. En los primeros años del siglo XX era sólo un pueblo dedicado a la agricultura y la ganadería, y su destinó cambió en 1926, cuando el Colegio Word, hasta entonces en el barrio de Flores en Capital Federal, decide trasladarse allí, modificando la cantidad de habitantes y el ritmo de vida.

El Hospital de agudos Alejandro Posadas inaugurado en 1958, trajo el impulso para el definitivo movimiento de toda la población urbana. Declarada ciudad el 20/08/1903 cuenta en la actualidad con 50.000 habitantes.

La tercer ciudad dentro del partido es El Palomar. Su nombre está asociado a que en la época de fundación del pueblo (1910) había una familia de apellido Cassero, que tenían en su quinta un gran palomar que estaba ubicado en lo que ahora es el Colegio Militar de la Nación. Es la última en ser declarada cuidad en 1974 y tiene en la actualidad algo más de 70.000 habitantes.

La siguiente estación que cruza el partido siguiendo el ex ferrocarril Sarmiento luego de Morón es Castelar. Nombre luego tomado por distintas industrias, entre ellas la antigua fábrica textil ya desaparecida, la creación del pueblo se remonta a 1913, cuando se emplaza la estación llamada en un principio “Parada kilómetro 22”; el abogado Estanislao Zeballos propone denominarla Castelar, a modo de homenaje a Emilio Castelar, político y abogado español.

El tren trajo crecimiento y leyes

La llegada del tren al hasta ese momento pueblo de Morón, se produjo en 1859. Y permitió que el fruto de la cosecha (mayormente trigo) pudiera distribuirse en la Capital Federal y el resto de la provincia de Buenos Aires. En tanto el público debía esperar los tres servicios diarios y los fines de semana los refuerzos de otros tres trenes, ya que Morón era conocido por tener un microclima propicio para quienes tenían afecciones respiratorias.

Sobre finales de la década de 1850 se produjo un cambio en la administración de los partidos de la provincia y fueron creadas las municipalidades; cada partido fue dirigido entonces por una “corporación” municipal que se componía de un juez de paz nombrado por el gobernador y de otros cuatro miembros elegidos por medio del voto de los ciudadanos. Éste cargo desapareció en 1885 y reemplazado primero por un presidente de la municipalidad y en 1891 por el de intendente.

El primer intendente del partido de Morón fue el escritor Gregorio de Laferrere, cargo que ocupó sólo unos meses.

La última modificación de importancia se dio en 1995, cuando mediante una ley provincial (la 11610), se produjo el fraccionamiento en tres nuevos partidos: Hurlingham, Ituzaingó y Morón. Así se dividió el partido, que llegó a tener cerca de 210.000 personas en total, según el censo del año 1991.

El partido de Morón posee una historia propia que mezcla las versiones encontradas y un profundo amor al lugar que explica sobre esa base todo lo sucedido. En nosotros, sus habitantes, queda el involucrarnos en esta historia y así comenzar a entender por qué vivimos en sociedad de ésta manera.


Laferrere, primer intendente

Hijo de Alfonso de Laferrere y Mercedes Pereda, nació en Buenos Aires el 8 de marzo de 1867.

En 1891 es elegido jefe de la comuna de Morón, donde residía entonces. Ocupa ese cargo durante algunos meses. Un año más tarde, en 1892 se acerca al radicalismo de Hipólito Yrigoyen, sin enrolarse en el movimiento. En 1893 resulta electo diputado provincial en la Legislatura de Buenos Aires, por un período de cinco años. Organiza el Partido Nacional Independiente en 1897, desprendimiento del Partido Nacional. En 1898 es elegido diputado nacional por Buenos Aires, cargo que ocupó por reelecciones sucesivas hasta 1908. Como dramaturgo, en sus obras se reflejan las costumbres de la clase media y alta de Buenos Aires a principios de siglo. Obras: Jettatore, El Predestinado, Locos de verano, Bajo La Garra, Las de Barranco y Los Invisibles, entre otras. El 30 de noviembre de 1913, fallece en Buenos Aires, luego de un breve período de enfermedad.

Guardado en la memoria

En la localidad de Castelar la llamada Quinta Seré encierra parte de nuestra más dolorosa página de la historia argentina.

Formaba parte de una propiedad de unas 60 hectáreas que perteneció hasta mediados del siglo XIX al francés Juan Seré, inmigrante que llegó a nuestras tierras y gracias a la ganadería en la zona rápidamente pudo hacer una gran fortuna. Éste construyó una casa de dos plantas de arquitectura europea, algo poco visto en el oeste bonaerense en esos días.

A fines de 1930 los descendientes directos de Seré lotean los terrenos, y la casona pasa a manos de la Municipalidad de Buenos Aires en 1949, quedando abandonada.

Luego allí funcionó el Instituto Municipal de Previsión Social que cedió el uso a la VII Brigada Aérea de Morón. Entre 1977 y 1978 funcionó un centro de detención clandestino bajo la jurisdicción de la Fuerza Aérea con apoyo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, lugar llamado en la jerga “Atila” o “la Mansión”. Pero un hecho haría desencadenar su fin como centro de tortura: el 24 de marzo de 1978 –a dos años del golpe militar que llevó a Jorge Rafael Videla al poder- Daniel Rusomano, Carlos García, Guillermo Fernández y Claudio Tamburrini, tres detenidos políticos, lograron burlar las fuertes medidas de seguridad y escaparon descolgándose de la ventana del primer piso.

Ante la divulgación de los hechos, a los pocos días la Mansión fue dinamitada.

En la actualidad funciona allí la Casa de la Memoria y La Vida, encargada de evitar olvidar los horrores y vejámenes cometidos y mantener la memoria siempre activa. Como testimonio de aquello que no debe volver a ocurrir
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Algo más que un negocio de barrio

1 comentarios lunes, 26 de octubre de 2009

Muchas veces un comercio se complementa a una zona para luego ser parte de ella, algo así como un invitado de lujo que el barrio ha aceptado. Pero en este caso la situación es la inversa. Pensar en la formación del barrio hace nada menos que 62 años y en un local que decide elegir una esquina. La suerte y el buen ojo, tantos años después, provocaron que un negocio esté realmente dentro de un barrio y a partir de él, se pueda descubrir la historia de todo lo que lo rodea.

Guillermo Pastene es la cara visible de un verdadero negocio familiar, y su relato nos sirve para entrar en nuestros propios recuerdos y en pensar cómo, a pesar de todo, siempre se pueden defender.

Los comienzos y el reparto

“Pensá en 1946: acá no había nada -dice Guillermo Pastene-, éramos los únicos que estábamos en la zona, no había mucha gente. Mis padres instalaron el primer local, que fue de la lechería `La Martona´. Se hacía el reparto desde acá hacia zonas cercanas y también bastante lejanas”.

Cuando recalcamos lo familiar del negocio, las pruebas son claras: al principio Carlos Pastene y su mujer Catalina; luego sus hijos Carlos Alberto, Horacio Alfredo y Guillermo, que es quien nos sigue relatando. “Cuando se vio que se podía incorporar otros rubros, pusimos venta de comestibles, al ritmo que también el barrio fue creciendo y todo este lugar se fue poblando. Y una vez instalado, la idea de darle un toque personal me daba vueltas en la cabeza”. Empezaba la tarea de buscar un plus que hiciera la diferencia respecto de otros locales.

Museo de puertas abiertas

Ubicado en la Provincia de Buenos Aires y en una esquina de Vicente López, Alsina y Monasterio, el local de Guillermo Pastene sobresale del común apenas la puerta de entrada se traspasa. Cientos de objetos pequeños y grandes, de diferentes épocas y relacionados o no con el mundo de un local comercial, dan la bienvenida. El término museo no le queda grande. “Pastene es una institución dentro de Vicente López, y con el paso del tiempo intentamos hacer un pequeño museo que pudiera contar la historia del partido. Lo traté de ambientar como me gusta a mi”.

Pensado o no, los objetos más grandes son los que están en la parte superior, mientras que los más chicos se ubican debajo, lo que permite ver todos y cada uno de los elementos que Guillermo ¿juntó o ya tenía?. “La verdad es que, teniendo 11 años, empecé en este lugar ayudando a mis padres. Pasaban botelleros todo el tiempo y les compraba metales. Al principio hacía lámparas con lo que podía conseguir. Luego algunas cosas guardé y otras las conseguí”.

Con 59 años, Guillermo está orgulloso en contar su historia. “Tuve la suerte de poder hacer un viaje a Europa a los 19 años. Y en algunos lugares compré cosas que consideré que estarían lindas para exhibir. Y te digo que de este estilo el único comercio que vi es uno en Praga, en la República Checa. Ahí hay una lechería, como éramos nosotros al principio, que tiene un sector con la historia del local. Pero de Argentina, seguro que somos únicos”, asegura.

Se visita y también se compra

El lugar invita realmente a la recorrida con tiempo y ver cada pieza, detenerse para observarla. Ser un museo tiene ventajas en cuanto a la cantidad de personas que quieran acercarse, pero ¿perjudica en las ventas?. “No, no nos perjudica. Las personas vienen a comprarnos y además miran lo que tenemos, lógicamente no puede molestarnos eso. Esto es para la gente”, dice Guillermo.

La venta entonces, convive con las visitas que cualquier vecino quiera hacer para conocer más de su pasado. Lo primordial del local, vender, no se puede olvidar “Somos en el fondo, un gran almacén con un pequeño museo, nunca al revés”, completa Pastene entre risas.

Preservar recuerdos mirando el futuro

Cientos de anécdotas rodean la historia del local. Sentados en dos sillas frente a una pequeña mesa de mármol, todo parece tener su relato. “Estás escribiendo sobre una mesa que fue del antiguo Bar Unión. Estaba en Capital Federal, frente a la Facultad de Derecho. Autores de tangos y grandes escritores andaban por allí”.

Si alguien decide conservar algo con cuidado (desde estampillas, lapiceras o entradas de cine hasta objetos de marca y gran tamaño), tiene la intención de que aquello que resguarda del tiempo, trascienda. Y en él irán también, los recuerdos que llevan.

“Estamos abiertos para recibir cosas que la gente tenga ganas de poder darnos, esto es para ellos. La calidad a un local se la dan los clientes, más allá de lo que se tenga. Mi familia vive arriba y no vamos a dejar de ser un negocio familiar. Es más: me gustaría si pudiera, ampliar y poder habilitar un restaurante, o un lugar para que se pueda bailar tango, ¿por qué no?”.

Cuanto más lejano, más se añora

La fama de “Pastene” traspasa las fronteras del Partido de Vicente López: “Hemos armado pedidos de personas que, siendo argentinos viviendo en el exterior, quieren tener nuestros productos. En general enviamos a los Estados Unidos”.

El otro toque de distinción es la clientela más cercana en distancia. “Fuimos muchos años exclusivos de la Quinta presidencial de Olivos con todos nuestros productos, un verdadero honor”.

Todo local tiene su especialidad y para Guillermo el fiambre sobresale de entre todo. “Estamos hablando de jamones artesanales, no cualquier jamón. Los fiambres son nuestro fuerte, aunque también las marcas de vinos específicas que no se consiguen en todos lados. Creo que las dos cosas nos destacan”.

El presente y lo que vendrá

Tiempos de competencia dura llevan los autoservicios frente a presupuestos imposibles de igualar. Pastene tiene opinión formada: “La competencia estuvo siempre, desde la época en que mi papá estaba y ahora, con el tema de los hipermercados que cada vez están más cerca de las ciudades. No perder clientes es un poco la tarea de todos. Pero si se quiere subsistir es con precio, atención y calidad. Antes y ahora. Esas son las armas”.

Guillermo está casado con Graciela Ghirardelli y tienen cuatro hijos: un varón, y tres mujeres, dos de ellas mellizas. ¿El futuro en manos de los hijos?. “¡Ojalá!, es lo que uno quiere, esto va más allá de seguir una tradición. Nosotros somos este lugar, también. Es difícil pensarlo de otra manera”.

Siendo un espacio que le permite a la comunidad estar más cerca de sus orígenes, un gesto municipal en declararlo sitio histórico aparece como posible. “Pero no estoy seguro”, dice Guillermo. “Porque eso me obliga a no vender ni a poder realizarle modificaciones, si quisiera. Ya hice arreglos y me gustaría poder seguir agregándole cosas”.

Para ser gráficos. Más que buscar declararlo de interés cultural, Guillermo declara, en sus hechos, hacer las cosas desinteresadamente. Y el juego de palabras vale porque lo distinto de su local no le reporta beneficios económicos, pero sí la satisfacción de poder hacerlo. Eso con dinero no se consigue.

La historia de un lugar y la historia de una familia, los Pastene.

Que sin lugar a dudas, ya son lo mismo.

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Psicología de las masas: Un mundo de influencias

1 comentarios lunes, 19 de octubre de 2009

El comportamiento de una persona bajo una determinada circunstancia, individual o colectiva, no resulta ser siempre el mismo. De hecho, cada uno de nosotros puede observar un acontecimiento o idea de diferente manera, con matices que aunque sean notorios, podrían llevarnos a una misma conclusión. Seguramente el ejemplo que mejor explica esto es sin dudas una movilización popular: si somos parte de ella opinaríamos de una forma, y si sólo fuéramos espectadores de esa movilización, de otra.

Esta suerte de dicotomía entre los pensamientos que se tienen como individuo y aquellos como parte de un conjunto de personas fueron materia de estudio desde hace más de un siglo. El concepto de Sigmund Freud acerca de la conformación del aparato psíquico no sólo aportaron la explicación del comportamiento de una persona, sino que abrieron la puerta a otra instancia: nuestra manera de pensar o actuar en masa puede ser distinta. Somos influenciados, en definitiva.



La masa y sus razones

Se tomó como ejemplo para explicar la Psicología de las masas y su comportamiento, una película acerca de uno de los hombres más importantes de la historia, que propició con sus acciones profundos cambios políticos: Gandhi.

¿Qué podría generar tanta adhesión en la población de la India de mediados del siglo XX?. El análisis trasciende la imagen de ese hombre pequeño y tranquilo: la explicación de su poder está presente en la masa que lo ha situado en el lugar de líder. Ninguno de nosotros podría asumir ese rol sin el apoyo masivo de una masa; en el caso de Gandhi, el pueblo de la India le encomendó la misión de liberarlos de la opresión inglesa. A este sentimiento de unión Freud lo llama esencia de la masa: a partir del anonimato que genera se suspenden las represiones individuales y se piensa, siente y actúa de manera distinta. En una parte de la película un joven Gandhi dejó en claro su pensamiento diciendo: “No daremos golpes, pero los recibiremos. Y a través del dolor les haremos ver su propia injusticia” El conductor pasa a ser vocero y representante de aquellos que lo eligieron, y es el encargado de llevar a cabo los deseos de esa masa.


Amor sin barreras

Ya hablamos del sentimiento entre los miembros de la masa. La explicación del porqué pueden tener esos lazos sentimentales quizás esté en el amor. Pudiendo esa palabra significar afecto hacia algo o alguien (se puede amar tanto a la Literatura como a un familiar directo o pareja), Freud cree que es la base que mantiene en unión a los integrantes de la masa, y lo que se aprecia como sugestión, esto es, seguir las decisiones de la persona que encarna al líder, en realidad encubre el acto de amor, explicado desde el placer y no desde la sexualidad específicamente. Un ejemplo dentro de la vida de Gandhi ha sido su esposa, que respondía así a la pregunta de un periodista:

¿Cómo hizo usted para aceptar el oprobio de la prisión?.
Ella contestó:
“Mi dignidad viene por seguir a mi marido”.



Gandhi, el pacificador.

La película “Gandhi” fue realizada en el año 1982 a través de una coproducción entre el Reino Unido y la India. Durante algo más de tres horas se narra la vida de Gandhi en su juventud, dentro de una India bajo el dominio inglés. Interesado por la situación política en su país, al final de la primera guerra mundial se alineó con el Frente Nacionalista hindú. Su plataforma política rechazaba el levantamiento armado, hasta allí una práctica común, predicando el lema de la no violencia. Recién el 1947 la India tuvo su independencia, de la que Gandhi fue ideólogo y activo participante de los debates. Un año después muere asesinado por un fanático mientras intervenía en el conflicto territorial entre hindúes y musulmanes.

Particularidades sobre Mahatma Gandhi: técnicamente nunca fue líder de ninguna nación, aunque tuvo un poder similar durante más de veinte años en la India; su ascendente sobre la masa no lo utilizó para fomentar la violencia, aunque esto no evitara que el ejército inglés actuara armado, y finalmente, cambió su seguro bienestar económico por vivir de forma austera. Esta último explica porqué entre otras cuestiones, era respetado y seguido: la identificación entre los miembros de la masa.

Identificarse con el líder de una masa implica que un cierto número de personas puedan ver en él sus propias acciones. Recién llegado de Sudáfrica y ya de pleno en la vida política de la India, a Gandhi se le preguntó el porqué usaba túnica: “He elegido vestirme como mis colegas prisioneros” dijo, en alusión a los hindúes bajo dominio inglés. Para Sigmund Freud es la forma más completa y natural de unión entre un miembro de la masa y un objeto, y lo ubica como antecedente del complejo de Edipo. Una necesidad de definir roles que Freud explica con el ejemplo de una niña que tiene el mismo síntoma de la madre, una tos persistente. El síntoma expresa amor hacia el objeto (padre) a través del sufrimiento, y lo llama formación histérica del síntoma. Y puede ser a la inversa, tomando la niña la tos que su padre tiene, modificando los roles: la identificación ocupará el lugar del objeto elegido, y el objeto regresará a ser identificación.
La masa pudo sentirse representada en Gandhi, quien sin embargo no era en sus comienzos “uno de ellos”, ya que su origen no era humilde, como el de la mayoría. Esto no fue obstáculo para una identificación de la masa para con él, quien no sólo adoptó la misma manera de vestir de todos, sino que también encarnó las luchas sociales por la independencia, hasta allí realizadas de forma violenta.

La masa sin cantera

Así como la cantera es el lugar desde donde se extrae la piedra, la masa o multitud también extrae sus comportamientos desde la misma concepción. Freud traza un paralelo entre la masa y la horda primordial, siguiendo los lineamientos de Charles Darwin. La imagen de una persona a modo de líder, fuerte de carácter, que es seguida por el resto del grupo, hasta concluir violentamente con él. La masa, en opinión del padre del Psicoanálisis, es un volver a la antigua concepción de horda.

Aquí es donde la Psicología individual y de masas se mezclan. Un líder de una horda primordial podía ser reemplazado por un descendiente directo, acción para la cual el líder impide la concreción de las aspiraciones sexuales directas a sus hijos, lo que derivó en la abstinencia, y en un sentimiento de afecto tanto para con él como entre ellos mismos.
Existe en consecuencia una simbiosis entre las dos concepciones: un elegido conductor de la masa (con idénticos poderes que un padre de horda primordial); ante una masa que quiere ser gobernada a través de alguien con autoridad.
El “padre”, líder (por caso, Gandhi) pasa a ser el ideal de la masa, sustituyendo en cada individuo, al ideal del yo por el yo. Aplicado al ejemplo, Mahatma Gandhi no ocultó su ambición de poder, más allá de quizás no hacerlo ostensible, pero nunca rehuyendo del “designio”: la película muestra cómo él mismo poco a poco se fue convenciendo de su capacidad de mando y de la influencia de sus palabras, primero para con el pueblo de la India, y luego con el peso político de sus opiniones.

Comprendido que el integrante de la masa resigna individualmente su propio ideal del yo para transformarlo en ideal de masa a través de un líder, existen ocasiones en las que la separación no es nítida. Una instancia dentro del yo.
Se refleja en la elección misma de aquella persona elegida. El perfil del líder coincidirá para el resto con aquello que se busca o necesita. El “candidato” lo hará notar a través de su fuerza (su líbido, diría Freud) y carácter. Los demás integrantes de la masa logran “ver” en él esa fuerza y rápidamente se identifican.
Aplicado a Gandhi, su lucha fue la de hacer notar que siendo minoría al principio su pensamiento (“Aun siendo una minoría de uno, la verdad es la verdad”, dijo), el pueblo de la India era en cantidad mucha más gente que los soldados reales. Su táctica consistió en hacer notar este detalle mas que importante a los representantes ingleses:

¿Y cómo cree que los soldados nos iremos?, le preguntaron.
Respondió Gandhi:
“Caminando...ustedes son 150.000 soldados
y nosotros 250 millones de habitantes.
No creo que haya inconveniente en que caminen”.



Donde quiera que voy, adonde quiera que estés.

Así como una hinchada de fútbol canta en la tribuna una especie de “declaración de principios” de amor hacia el club del que es simpatizante, los seguidores de Mahatma Gandhi también demostraban fidelidad hacia él, aun a costa de ver peligrar su integridad. Existen en la película dos instancias clave:
En la primera de ellas (finales de la década de 1920), una multitud al mando de Gandhi ocupa un pueblo llamado Amristar, en reclamo de sus derechos como antiguos dueños de esas tierras. El ejército inglés decide atacar a la multitud, sabiendo que estaban desarmados. Gandhi desde prisión instó a la gente a que permanecieran en el lugar. Hubo allí más de 15.000 muertos, entre mujeres y niños. La película refleja a un Gandhi quizás con cierta inocencia de lo que los ingleses podían hacer sobre el pueblo. Y ellos, como masa seguidora, confiaron en ese líder y su convicción de que no atacarían.

La segunda de las imágenes rescatables de la película se produce luego de una discusión entre Gandhi y un representante del ejército inglés; éste último afirmaba que todo lo que en la India había les pertenecía, incluso la sal de los mares que la rodean. Gandhi se retiró del edificio y casi sin pronunciar palabra comenzó a caminar, seguido de miles de personas hasta la orilla del océano Índico.
Demostró así que el océano era propiedad de todos.
En esta ocasión, con la independencia más cercana, el reclamo fue multitudinario y más directo. Aquí la masa, al mando de un Gandhi mucho más maduro y convencido en sus propias palabras, actuaron en conjunto; sabían que este tipo de hechos significaban ante el mundo una fuerte presión de cambio, que trajo como resultado final la independencia del país, en 1947.



Psicología de las masas: influencia permanente

Como idea de explicación del fenómeno, la Psicología de las masas será emparentada con la imagen de un líder seguido de una multitud incondicional. Éste, elegido por sus pares como representante, encarna aquello que se desea expresar y que pocas veces se logra. Ideas que, se sabe, nunca se podrían llevar a cabo sin alguien que tenga presencia y carácter.
Puesto allí por decisión de la masa o de las circunstancias generadas por él y por la situación, tanto un líder político, un barrabrava, un deportista, una figura artística o alguien poco conocido, pueden ser ellos quienes encarnen – y nunca mejor aplicado el término – los deseos de una mayoría. Gandhi, como muchos otros, fue el depositario de las ideas que la masa por sí misma no podía llevar a la práctica.

En la India, la consecuencia fue la liberación de un pueblo.
Con beneficios o perjuicios según quién se ubique al frente, la Psicología de las masas explicará las causas del fenómeno en un mundo cada vez más influenciable.

Bibliografía

- “Psicología de las masas y análisis del yo”; Sigmund Freud, 1920.

- Diccionario Enciclopédico Ilustrado “Clarín”, año 1997.

- Diccionario Salvat, año 1970.

- “Ghandi”; año 1982, coproducción Inglaterra-India. Warner Bros.

- Diccionario “Karten” Ilustrado, año 1980.
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Extraño ser

6 comentarios jueves, 15 de octubre de 2009

Si bien hago uso de ella durante buena parte del dia y a nivel profesional es una manera de acercarse a otros, el funcionamiento de las redes sociales me resulta aun hoy tan extraño como inexplicable. Aunque èste serà otro intento.

Se ha metido de a poco en aquellas vidas en las cuales la computadora es inseparable de las actividades de uno, y hasta cierta culpa se tiene si no se "forma parte" de ella, ya que hay una especie de autismo que los otros hacen sentir si no "se forma parte de", sea lo que fuera, bueno o malo incluso. A Facebook lo llamarè cariñosamente "sistemita".
Ayer me ocurriò un hecho que devino en muchos otros en cadena y que tienen a la red social Facebook como protagonista. Operaron a una ex compañera de mi colegio secundario, a quien en este 2009 pude reencontrar gracias a Facebook. Necesitaba ella dadores de sangre y una de sus amigas (a quien tambièn conoci via el sistemita) publicò el pedido de dadores de sangre. Se consiguieron los cuatro que se necesitaban. Uno de ellos fue un amigo, a quien conozco hace 21 años y que yo sumè al sistemita.

Mi agenda del telèfono celular està repleta de personas con nombres pero sin apellidos, o con suerte seguidos de su profesion: "Juan plomero", "Luis portero", dos ejemplos. Tambièn tengo personas y cargos o funciones: "Osvaldo kiosco", "Adelina mercado", "novio Verònica". Es el panorama cuando abro el celular. Desde ayer he sumado màs nombres a la lista.

Lo fui a acompañar, finalmente, a mi amigo a donar sangre. Luego del interminable cuestionario (objeto de estudio en facultades debe ser ese cuestionario, sin dudas) sonò mi celular. Era Eugenia, segùn me dijo amiga de la chica que debia operarse, quien le dio mi nùmero de celular y ya estaba llegando para ella tambièn donar sangre. Decidimos junto a mi amigo esperarla y tambièn acompañarla.

El problema es que no sabìamos còmo era exactamente, ya que sòlo tenìamos todos contacto via telèfono. Luego de esperar un rato crei ver a una mujer que podrìa ser. No era. Quedè mal preguntando, horrible!!. A los 10 minutos aparece otra mujer y acertè en esta ocasiòn. Venia acompañada de su mamà, a quien tampoco conocìa. Cuando la chica entrò a donar nos quedamos en el pasillo la mamà, mi amigo y yo.

He aqui lo màgico y a la vez inexplicable de la comunicaciòn. Casi que no sabìamos nuestros nombres y estàbamos juntos por un mismo motivo. Las mujeres eran de Tierra del Fuego y recordè que alli vive un amigo del secundario, tambièn via Facebook reencontrado. Eso dio inicio a la charla que por un rato tuvimos y sirviò para reconocernos y conocernos, todo junto.

Supongo que sin Facebook no hubièramos podido contactarnos. A la vez, creo que la solidaridad une, y que en realidad desde otro lugar tambièn lo hubièramos podido hacer. Pero dejo constancia de mi "no entender" cuànta influencia que este tipo de sistemas tienen en nuestras vidas, y si esa sensaciòn de rehèn de algo no se agiganta cuando se aleja uno de la computadora. Las personas estàn mal y escriben "estoy mal" en su perfil. Anuncian buenas noticias, publican opiniones, criticas, ironias hacia quien fuera, humor, en fin. Lo escriben y lo publican, prescindiendo del celular o del telèfono fijo o la charla de cafè, por ejemplo. El encuentro para hablar no se da porque no hay tiempo, pero sì para publicar que no se tiene tiempo!!.

El final de la historia es mi ex compañera ya, 24 horas despuès, dada de alta. Los hospitales escupen a sus pacientes, no los atienden. Lo importante es que està bien. Y que en un momento en su habitaciòn estàbamos todos juntos, que si venìa la policia a preguntarnos nombres, hubièramos dudado bastante. La solidaridad estaba presente. El vehìculo fue Facebook. Aunque no lo entienda aun.



Imagen gentileza www.blogs.esmas.com
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Amanece en la ruta

2 comentarios lunes, 12 de octubre de 2009

(Es difìcil no ser Periodista aunque sea en un viaje y seguir "d-escribiendo")


Por cuestiones laborales viajo una vez a la semana hasta Marcos Paz, Provincia de Buenos Aires. Taxi desde mi casa hasta la estaciòn de trenes de Once y de allì hasta Merlo, en donde un colectivo me deja en la plaza central de la ciudad. De mi casa salgo 6: 20 am.


Existen dos recorridos. El que directamente llega desde Merlo hasta el centro de Marcos Paz, y el que culmina en la Unidad Penal 2, una càrcel relativamente nueva. La casualidad hizo que tomara el segundo de los colectivos. A las ocho de la mañana el sueño todavìa es protagonista y muchos duermen. El colectivo asi se completa hasta no quedar asientos libres. Como mi objetivo no es quedarme dormido llevo prendido el mp3 con alguna radio puesta que me saque la modorra.


Estoy sentado por la mitad del colectivo, lado izquierdo. En el asiento de adelante un muchacho de pelo corto y enteramente vestido de azul deja ver en la cintura la cartuchera con su revòlver.

La mayorìa de los que duermen se ubican en la derecha: sobre ese extremo no da el sol. Cuando la sombra me deja puedo mirar un poco mejor y muchos tienen esas valijas altas y profundas, en donde otros bolsos pueden entrar. Parece ropa lo que llevan. Un muchacho usa su celular durante todo el viaje, con la cabeza gacha todo el tiempo en la pantalla. Miràndolo, hasta parece dormido.


Nadie habla. Me siento el màs entusiasmado de todos los pasajeros. Yo me miro con obvia subjetividad y lo hago tambien sobre lo que veo o siento, que es ni màs ni menos que resignaciòn. Se percibe. Las personas que llevan los bolsos, porque estàn yendo a un lugar que seguramente evitarìan ir, a ver a alguien que supongo sentirà lo mismo que ellos. Los policìas tambièn lucen resignados. Cuando uno sueña en una profesiòn no piensa en partes feas en el camino rumbo a lo que se quiere. Toda eso, ademàs de personas, transporta el colectivo.


Para ser la primera vez que viajo en este ramal, lleguè bastante ràpido a la plaza de Marcos Paz, 43 minutos despuès de la salida. Me bajè yo solo, el resto del pasaje siguiò camino.

La resignaciòn "colectiva" siguiò viaje, y yo me bajè antes.


Foto: gentileza fotolog.com/viajerodelbondi
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Al lado del camino

6 comentarios viernes, 2 de octubre de 2009
Durante la semana estuve intercambiando opiniones, no discutiendo, con una amiga y colega acerca de la nueva de Ley de Servicios Audiovisuales, que reemplazarà a la actual Ley de Radiodifusiòn. Ambos tenìamos en claro que la antigua ley debìa ser reformada para lograr cubrir el cambio que la tecnologìa tuvo durante los ùltimos años.

El problema de fondo no es la Ley que salga dictada por el Congreso de la Naciòn. Creo que el real problema, como en casi todo acto de gobierno de los ùltimos años, son las formas. O para mejor decir, las no-formas. Desde hace un tiempo no puedo dejar de pensar en que se me obliga a estar a favor,antes de buscar convencerme de algo. Màs sencillo es hacerme ver contrastes, ejemplos en otros lugares si de esta nueva Ley hablamos.

Sin embargo eso no se aplica. Prima el apuro, la imposiciòn antes que el convencimiento, el todo o nada. Tiendo a pensar seriamente en que somos un poco asi. Algunos por llevarlo a la pràctica y otros por omisiòn. Nos nos interesa què se diga o haga en tanto no nos afecte. La Ley no afecta los bolsillos de las personas. Con menos canales hasta màs barato deberìa ser el abono de cable, incluso. Y si hay màs ofertas, al haber competencia en partes iguales entre entidades y organizaciones sociales comunitarias y del Estado, los privados buscaràn captar màs clientes y se supone, bajarìan precios.

La nueva Ley busca equilibrar contenidos, acotando el poder de los multimedios sobre las zonas del paìs en donde sòlo funcionan repetidoras, dando opciòn primaria a los contenidos locales. En la teorìa la idea no es mala y bien articulada es justa. Pero llevada a la pràctica, con el apuro que desde todos lados parece surgir, se vuelve impracticable.

Quien ha mirado televisiòn sabe que en los programas importantes en cuanto a rating, se hacen llamados telefònicos por premios (por eso la gente los mira, otro dia revisamos calidades). Se me ocurre pensar puntualmente en el de Juliàn Weich, "Justo a tiempo". Ese programa sale a travès de las repetidoras que Telefe tiene en todo el paìs y por las principales empresas de cable.

Si Telefe se ve obligado a reducir, por Ley, su espacio disponible sòlo a Capital Federal y Gran Buenos Aires, serà complicado que alguien de Santa Fe o Còrdoba pueda verlo a travès de las repetidoras que el canal tenga en esa zona. Es democràtico que se abra el juego a otras ideas, renovadoras, que a las 21 horas quieran expresarse y ser escuchadas. Pero màs allà del valor en si del programa (dudoso), la imposiciòn es la que hace que algo desaparezca en pos de otra cosa.
Las radios, y aquellas repetidoras que toman en distintos puntos del paìs las señales originadas en Capital Federal, sufriràn el mismo inconveniente. Y al revès. Por ejemplo Cadena 3, de Còrdoba, es muy escuchada en Buenos Aires y ahora esa chance se perderìa.

Màs que el objetivo a cumplir es tanto o màs importante la manera en que se llega a una meta. El camino que transitamos rumbo al objetivo habla de nosotros, porque a la meta pueden llegar muchos. El tema es còmo.

Si pudièramos estar al lado del camino para ver còmo los demàs desandan su recorrido, sabrìamos de què estàn hechas las personas.
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