"Vacaciones de nosotros" -Cuento corto-

1 comentarios martes, 24 de enero de 2012
Beatriz no soportaba el viento fuerte de la playa y la sombrilla casi de costado le impedía tomar mate. Hizo un agujero en la arena y tiró la yerba ahí. Se levantó y se fue caminando no por el sendero marcado porque el sol hacía arder las maderitas blancas del camino. Fue por un costado. Llegó a la calle con todos los elementos de playa y vio venir el colectivo. En mitad de cuadra no era la parada pero ella igual levantó la mano. El chofer siguió de largo y Beatriz lo insultó bastante y en voz baja. Y luego alta. Cuando lo pudo tomar al colectivo, sacó boleto de 1,50. En realidad debería pagar dos pesos, pero el cambio de sección era una cuadra antes de bajarse y como nadie le decía nada, sacaba de menos valor. Llegó a su casa alquilada, dejó todo, se bañó y se fue a comer. Todos quieren comer mas o menos lo mismo y en los mismos lugares. Había una fila de por lo menos 20 personas esperando. Beatriz miró quién comía solo o sola y vio a una mujer sin compañía. Le dijo al de la entrada que era amiga de “aquella señora” y que la estaban esperando. La dejaron pasar. Cuando llegó a la mesa le explicó a la señora que comía sola que en la entrada le habían dicho que ella no tendría problemas en que compartieran un poco de la mesa y usar la silla que estaba libre. La mujer la miró desconfiada pero al final se sentó Beatriz a comer. Pidió pastas. Que con astucia estaban acomodadas de manera tal que pareciera abundante. Mientras comía veía detrás del vidrio a la gente en la calle haciendo aun la fila y mirándola con odio. En la mesa casi no quedaba comida a la media hora, la otra mujer comía rápido. Beatriz la miró sin disimulo. Tenía el pelo muy arreglado, con un batido como los de antes. Manos con las venas muy marcadas, pintura en la cara quizás en exceso. Dedujo que sería de ahí y no turista. Ambas tenían sus carteras entre las piernas, a falta de lugar para apoyarlas. La mujer levanta su cartera y busca la billetera. Por primera vez en la noche la mira a los ojos a Beatriz. “Déjeme que pague la cena”. Beatriz le agradeció pero le dijo que no, que no hacía falta. Pero la mujer insistió y Beatriz aceptó. Llaman al mozo y la señora le paga con dos billetes de 100 pesos. Le dice a Beatriz que va al baño y que ya vuelve, que le cuide la cartera. Diez minutos, quince. La mujer no vuelve y el mozo con el vuelto tampoco. Beatriz lo ve hablando allá en el fondo y mirando para donde ella estaba. Se acerca el mozo y le dice que esos billetes eran falsos. Beatriz se da vuelta y mira para el baño, le dice al hombre que la señora pagó con esos billetes. Abre la cartera de la mujer y está vacia. El mozo le dice que ambas cenas suman 243 pesos. Beatriz se toma la cabeza y mira al cielo. Al techo del local en realidad. Y dice: “en este país nadie hace las cosas bien. No hay más honestos”. Tiene razón Beatriz. Al menos en esa mesa de dos. Esa noche.
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"Lo que quiere JM" -Cuento corto-

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Juan Manuel a los cuatro años nunca quiso participar en aquel acto del jardín, pero sus padres sí. A él sin embargo le parecía muy tonto dar vueltas en círculos por el patio. Pero lo hizo y todos lo felicitaron. En sexto grado no quería participar del coro porque le parecía aburrido. Pero lo hizo para asegurarse el 10 del profesor de música durante el tiempo en que Juan Manuel cantara allí. En la secundaria no quería hacer grupo con su compañero Gómez. Pero Gómez era amigo del preceptor y era una manera de entrar tarde o faltar, asi que fue su amigo nomás y durante cinco años de colegio no tuvo ningún problema. Con 18 años nunca quiso trabajar con el tio porque le parecía de consentido y todos hablarían mal. Pero se metió en la empresa de exportación de cartón corrugado del tío y ganaba un buen sueldo. Nunca quiso el Fiat Palio que tiene. Pero el papá de su novia es socio de una agencia de autos Fiat y era un desperdicio no aceptarlo tan barato como se lo ofrecieron. Juan Manuel no quería convivir con una mujer tan rápido. Pero si la chica tiene un departamento que le pueden prestar y es amplio, era imposible que se negara. La novia llamada Julieta tenía un gato y él era alérgico, no quería gatos en el departamento. Pero como ella le prometió limpiar siempre las alfombras del suelo para que no hubiera problemas, él aceptó. Vivía estornudando. Juan Manuel tiene ahora 39 años. Excelentes notas en el primario, ni una sola falta en el secundario, amigos, vive bien, tiene un auto, tiene un buen trabajo, una novia que lo quiere y un gato. Así que esa mañana de martes despertó y se quedó sentado en la cama. Tomó coraje y se miró al espejo del placard. Sin hacer ruido armó un bolso y se fue. Nunca es tarde para empezar de una buena vez a hacer lo que uno quiere. Aun a los 39.
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