."Desde donde te miro".

1 comentarios viernes, 6 de abril de 2012
A veces creo que no quiero escapar. Porque me quedo mirando lo que me hace mal como quien no se termina de despedir de un familiar en la estación: no me voy nunca. Y entonces creo que lo que miro es solución, deseo que lo sea, me empeño, como lejano pariente de la terquedad. Y encuentro soluciones para mi como consuelo, que repito a quienes ya no quieren oírlas. Deseo cambiar todo lo que hago para no cambiar. Y persigo un sueño, un deseo hecho persona, luego de tanto. Y cuando lo alcance quizás me quede paralizado, mirando. Ese es mi miedo. Hijo del cansancio, de cierto agobio, de mis temores de ser feliz, de lo que la necesito. Si supiera, si se diera cuenta se lo digo: a veces creo que no quiero escaparme de mi mismo.
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"Se que existe" -Cuento corto-

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Existen dos clases de personas: aquellos que marcan absolutamente todo un almanaque con fechas y recordatorios, y aquellos que lo dejan tal cual está. Ricardo es de los que no marcan nada en los meses de su almanaque. Cuando terminó el mes de febrero sacó la hojita y descubrió que el miércoles 15 de marzo estaba marcado con fibra roja. No lo había hecho él y sin embargo aparecía un círculo, a mano. Viviendo solo las posibilidades se reducían. No sabía quién había sido y no le prestó demasiada atención. Con el correr de los días cada vez que miraba su almanaque no lo veía blanco de números azules sino con ese círculo en fibra y pasó a importarle. Iba llegando la fecha. Lunes 13, martes 14. En la noche del martes cenó y antes de acostarse miró el número, puso su mano arriba, como para ver si transmitía algo esa marca. Al otro dia, miércoles 15 de marzo. Se levantó, fue a trabajar. Recordó todo el tiempo su almanaque, quería ser precavido, quizás fuera una señal. Hizo todo más lento, saludó a conocidos y desconocidos, se concentró en su trabajo. En el almuerzo llamó por teléfono al portero para saber si su departamento estaba bien. Volvió de la oficina, dejó las cosas arriba de la mesa de la cocina, miró el almanaque con sus dos manos apoyadas en la pared con la camisa arremangada. “¿Qué me quisiste decir?” dijo Ricardo en voz alta. Se fue a dormir. No. Suena el celular. “Gracias por el mensaje, Ricardo”, le dice su ex novia Andrea, “podemos empezar de nuevo”. ¿Qué mensaje?. “El que me dejaste, me hiciste muy feliz, te acordaste de nuestra fecha”. Ricardo miró el almanaque y le agradeció al destino, el que existe. El que marca en nuestro almanaque las fechas de nuestro olvido. Para que dejen de serlo. Y empecemos. Con algún motivo.
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."No me faltes".

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No doy por perdido el motivo de mi olvido, la sensación única del adiós al que has venido. Una se va y la otra llega, se miran sin decirlo, se sienten importantes, se quieren con un filo. Ambas tienen en sus manos una parva de motivos, de los más maravillosos que tuve el placer y el tino de no juntar nunca antes, ahora que una se ha ido. Queda la maravillosa, la más hermosa que ha sido creada por universos, ansiando llegaras al mio. Es amor y Reino azul en mis noches de bullicio, cuando sólo lo tenía al espejo como amigo. Hizo luz con dos chasquidos, uno de paz, otro asesino. Para echar de mis certezas a quien di ya por olvido. Sos un sol porque has venido para amarme y con sentido: que la soledad se fuera. Se fuera donde se ha ido.
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"El decidido" -Cuento corto-

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Un Hombre habla con su Alma y le pide tiempo. Justo tiempo. Lo que el Hombre está cansado de escuchar decir, es lo que termina pidiendo. Es como rogar piedad a punto de ser condenado cuando en voz baja ya no se sabe a qué religión implorar. El Alma acepta que el hombre se tome un momento y no lo aturdirá. Siente que lo atormenta a veces, y de él no logra nada cuando sólo lo ha visto temblar ante un deseo. El Hombre se pone a mirar por una ventana el horizonte tapizado de autos, de ruidos y de gente a lo lejos, intenta concentrarse en un punto fijo. El Alma se queda en un costado de la habitación a media luz. No se oye nada, apenas la respiración del Hombre. Son eternos tres o cuatro minutos hasta que se da vuelta y el Alma se acerca. Le pregunta si ya tiene algo para decirle. El Hombre le dice “Sí, lo tengo decidido: quiero ser feliz”. El Alma le hizo un gesto de aprobación y bajo una luz fuerte, volvieron a ser uno. El Hombre, pedido su tiempo, ha decidido ser feliz, de una vez, con un aliado en su pecho.
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.”Dia a dia”. Basado en “A merced”, de Gustavo Cerati

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Tibio amanecer de esos que siento tienen el horizonte más arriba que el sol. Con la luna en el centro brillando y las estrellas de telón, con gente durmiendo de dia y de noche sin solución. Nada de relojes, nada de presión, sin distancias ni objeción. El mundo entero en contradicción, girando fuerte para el lado donde siento tu calor, amanece de mi sueño, de mi vida, y de vos. Girando como planeta sabiendo que sos el sol, que me tiene como esclavo de su tiempo, a merced de su control. Por amor, por quererla. Por tenerla. Por su don. Tibio amanecer de esos que siento, estoy más arriba que el sol.
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."Cómo cuesta".

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Dame una explicación a mi soledad, a tu distancia, al terreno invadido de algunas lágrimas que con dolor riego, a serte fiel, al precio de mi cielo que no alcanzo, que no veo. Al motivo de orgullo de cientos de infiernos. Del tenerte cerca cuando te tengo lejos, el sentir el pecho triste cuando sólo sos recuerdo. Tomarte de la mano como todo acto sincero y pedir que no te vayas, a todos mis dioses huecos. Planto bandera en este terreno. Para poner flores que sean deseo. De cercanía, de gentil caballero, que sólo llora cuando siente miedo. Como hace un rato, como hace tiempo. De no tenerte nunca, para tenerte de nuevo.
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."Cambio".

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Ciertos árboles con sus hojas amarillas. Una puesta de sol, subido a algún cerro que haga ver el ocaso desde arriba hacia abajo. La caminata cuando no es obligada, sin rumbo fijo. Cierta pasión nocturna en contar de dos en dos a las estrellas. Un espacio al mediodía para mirar por la ventana y no pensar en nada. La comida de aquel restaurante en Playa del Carmen. El placer de la charla con mis amigos del tiempo. La mejor nota de aquel promedio. Ese abrazo de oso con mi abuela, que aun recuerdo. La pasión de ser chico sin la obligación de saberlo. La mano estrechada y fuerte de quien confío sin celos. Esa canción que me gusta y pasan, mi soledad en exceso. Todo esto, todo eso, no se compara a tus ojos. No se compara a tu pelo. No tienen tu medida. La medida de mis sueños. Amor, te lo estoy pidiendo: cambio todo por un beso.
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."Se fue, gracias a vos".

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No, soledad: ya tuve lo que me diste. Te cerré la puerta porque te conozco, no quiero que me mires más a los ojos. Soy aun tu juego pero no quiero seguir siéndolo, negándote o aceptándote en silencio. No tenés que ver conmigo, ya no. Necesito que me dejes, cansado de esa pared circular que encierra mis miedos, que de algún modo fueron tu energía de mi energía. No, soledad: ya tuve suficiente con tantos años. Con tantos anhelos, con tanto deseo guardado en secreto, con tantas chances calladas por terco. No insistas, no abriré. Te irás sin que te hable, porque tengo quien me hable. Un ser que de mis paredes circulares hizo luz, y una ventana de amor con vista hacia los dos. No, soledad: ya tuve lo que me diste. Y lo que me diste, ya no lo tengo.
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"Versus el mundo" -Cuento corto-

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No sé por qué las ciudades están llenas de gente que no conozco. No me explico cómo la felicidad a veces pasa por tener lo que el otro no tiene. Y disfrutar que no lo tenga. Me resulta complicado entender parte del mundo. A los que están incómodos en sus lugares y en vez de intentar modificarlo quieren que todos estemos incómodos. No entiendo el desamor. Cierto empeño en chocar contra la soledad, que mullida recibe cada vez más adeptos. Hay una calle hacia donde todos terminamos desembocando: la del olvido. Todos quieren olvidar y no lo hacen, los recuerdos se van tapando unos con otros aunque salimos de allí creyendo ser nuevos. Tengo confianza, porque desde hace meses no me pasa lo que pasa. En la ciudad llena de gente que no conozco siento que conocí a una, que astutamente se ha ido. Para que la extrañe mirando su mundo desde el mio. Pero invitándome a salir a buscarla. Y con amor encontrarla, perdido como un chico.
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."La carta".

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Doblé la carta en dos. Y luego otra vez en dos. Me quedé pensando. Ya sé que no debo pensar, pero pienso. Cerré mis sueños en 40 renglones, resumí mis ansias, mis deseos. Quise ser claro en todas las ocasiones en que asi no pareciera. Temí ser reiterativo y entonces no dije tantas veces lo que sueño tantas veces. Tantas veces. Expliqué con la tinta lo que mi corazón late sin culpa ni razón. Sentí que fue poco, que fue mucho esfuerzo y que no estaría a la altura. Puse la carta en el sobre, entró sola y feliz de ser recibida. Escribí que era para vos aunque no había otra destinataria, no la hubo ni habrá. Le di un beso de despedida, con la ilusión de que la leas dormida en la misma ilusión con la que fue escrita. La dejé arriba de un libro, te la di, y ahora ya no es mia. Es nuestra. A la noche creo que me habla, me chista. Y me dice desde lejos que ya fue leída mi ilusión escrita. La esperaré un dia. A que con amor, vuelva distinta.
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."Mi estrella".

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Allá está. ¿La ves?. No es cualquier estrella, brilla diferente. Tiene más amor que las otras, que titilan de bronca al saberse solas. Tiene espacio, siempre estuvo vacía sin esperar a nadie, salvo al tiempo. Tiene color blanco incluso durante el dia, cuando el sol la ilumina de costado y ambos compiten por quién derrocha más energía. Tiene un sendero en medio, para dividirnos perfectamente el Reino. Tiene flores de tu lado, y de mi lado árboles y nuestros sueños, en un jardín que sigue hasta donde miremos. Tiene la chance del retorno, las puertas abiertas, la no obligación del acto de amar. Del respeto a tu ser. Tiene eso que te gusta y nos gusta. Tiene todo. Tiene mi amor. Y con un sí, te tendrá feliz. Allá está. ¿La ves?. Sos vos.
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."Me estás cambiando".

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Tenia una vida tranquila, entre aburrida y esquiva. Tenía un temor reverencial al futuro, compuesto de cosas que no conocía y malos pensamientos. Tenía seguridades, sí: las pocas cosas logradas y los triunfos a veces prestados que el destino me dio en gracia. Tenía el placer de las pequeñas cosas vacías que no compartía. Tenía poder: el de la libertad que no ejercía. Tenía paciencia, la que surge cuando nada se hace. Tenía también una idea de soledad, una maqueta despintada que durante años mi mente cuidó como un tesoro sin valor. Tenía una vida tranquila, aburrida y esquiva. Hasta que te conocí. Y ahora mi vida es tu vida. Y tus manos en las mias. Y ese futuro de temor hecho ruinas, por un deseo de amor en tu sonrisa. Hoy, perdido en vos, querría que en mi corazón vos te dieras por perdida.
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."Hace una semana".

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No te diste cuenta. Mientras me hablabas desacomodé tu pelo detrás de la oreja porque lo quise ver suelto. Es imposible recordar de qué estabas hablando, ocupado en asemejar la imagen perfecta que estaba viendo, tal como en mis sueños y anhelos. Te miré en silencio y el corazón gritaba que gritara. Pasó un minuto y luego dos. Y el amor que de nervios me hace tartamudear y por eso lo quise evitar no hablando. Luego un tema, dos personas y algo más que un reproche. Mi mano y mis lágrimas, que me lastiman y te lastiman. No querer que te vayas. Desear mi deseo. Para que vuelva a ser sueño mi amor versus tu tiempo. Para que vuelvas, Reina. Y desacomodar tu pelo.
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"La cita" Cuento corto

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Soy quien vio pasar la vida delante de sus ojos. No la reconocí, pintada y vestida para una fiesta a la que me invitó pero yo no quise ir. Tenía un aire altanero, de felicidad legítima pero con la idea de hacerme sentir culpable al verla. Y la verdad es que logró su objetivo. Me dio pena de mi mismo, con la felicidad pasándome por delante. Me fui a mi cuarto. Busqué mi saco, mi mejor pantalón, mis zapatos usados. Salí sin peinarme. Caminé hacia el lado en que la vi irse. Aceleré mis pasos, busqué en las esquinas, miré los colectivos y la gente arriba, quizás estuviera allí. Seguí sin rumbo pero derecho. Hasta que la vi. En la puerta de un salón llamado TIEMPO. Esperándome. Y hoy, no fallándole. La vida y yo, de la mano, entramos a la fiesta.
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