Extraño ser

6 comentarios jueves, 15 de octubre de 2009

Si bien hago uso de ella durante buena parte del dia y a nivel profesional es una manera de acercarse a otros, el funcionamiento de las redes sociales me resulta aun hoy tan extraño como inexplicable. Aunque èste serà otro intento.

Se ha metido de a poco en aquellas vidas en las cuales la computadora es inseparable de las actividades de uno, y hasta cierta culpa se tiene si no se "forma parte" de ella, ya que hay una especie de autismo que los otros hacen sentir si no "se forma parte de", sea lo que fuera, bueno o malo incluso. A Facebook lo llamarè cariñosamente "sistemita".
Ayer me ocurriò un hecho que devino en muchos otros en cadena y que tienen a la red social Facebook como protagonista. Operaron a una ex compañera de mi colegio secundario, a quien en este 2009 pude reencontrar gracias a Facebook. Necesitaba ella dadores de sangre y una de sus amigas (a quien tambièn conoci via el sistemita) publicò el pedido de dadores de sangre. Se consiguieron los cuatro que se necesitaban. Uno de ellos fue un amigo, a quien conozco hace 21 años y que yo sumè al sistemita.

Mi agenda del telèfono celular està repleta de personas con nombres pero sin apellidos, o con suerte seguidos de su profesion: "Juan plomero", "Luis portero", dos ejemplos. Tambièn tengo personas y cargos o funciones: "Osvaldo kiosco", "Adelina mercado", "novio Verònica". Es el panorama cuando abro el celular. Desde ayer he sumado màs nombres a la lista.

Lo fui a acompañar, finalmente, a mi amigo a donar sangre. Luego del interminable cuestionario (objeto de estudio en facultades debe ser ese cuestionario, sin dudas) sonò mi celular. Era Eugenia, segùn me dijo amiga de la chica que debia operarse, quien le dio mi nùmero de celular y ya estaba llegando para ella tambièn donar sangre. Decidimos junto a mi amigo esperarla y tambièn acompañarla.

El problema es que no sabìamos còmo era exactamente, ya que sòlo tenìamos todos contacto via telèfono. Luego de esperar un rato crei ver a una mujer que podrìa ser. No era. Quedè mal preguntando, horrible!!. A los 10 minutos aparece otra mujer y acertè en esta ocasiòn. Venia acompañada de su mamà, a quien tampoco conocìa. Cuando la chica entrò a donar nos quedamos en el pasillo la mamà, mi amigo y yo.

He aqui lo màgico y a la vez inexplicable de la comunicaciòn. Casi que no sabìamos nuestros nombres y estàbamos juntos por un mismo motivo. Las mujeres eran de Tierra del Fuego y recordè que alli vive un amigo del secundario, tambièn via Facebook reencontrado. Eso dio inicio a la charla que por un rato tuvimos y sirviò para reconocernos y conocernos, todo junto.

Supongo que sin Facebook no hubièramos podido contactarnos. A la vez, creo que la solidaridad une, y que en realidad desde otro lugar tambièn lo hubièramos podido hacer. Pero dejo constancia de mi "no entender" cuànta influencia que este tipo de sistemas tienen en nuestras vidas, y si esa sensaciòn de rehèn de algo no se agiganta cuando se aleja uno de la computadora. Las personas estàn mal y escriben "estoy mal" en su perfil. Anuncian buenas noticias, publican opiniones, criticas, ironias hacia quien fuera, humor, en fin. Lo escriben y lo publican, prescindiendo del celular o del telèfono fijo o la charla de cafè, por ejemplo. El encuentro para hablar no se da porque no hay tiempo, pero sì para publicar que no se tiene tiempo!!.

El final de la historia es mi ex compañera ya, 24 horas despuès, dada de alta. Los hospitales escupen a sus pacientes, no los atienden. Lo importante es que està bien. Y que en un momento en su habitaciòn estàbamos todos juntos, que si venìa la policia a preguntarnos nombres, hubièramos dudado bastante. La solidaridad estaba presente. El vehìculo fue Facebook. Aunque no lo entienda aun.



Imagen gentileza www.blogs.esmas.com
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