Morón quiere decir que hay otra historia

1 comentarios viernes, 30 de octubre de 2009

"Cuando no recordamos lo que nos pasa, nos suele suceder la misma cosa"
La forma de ser de una sociedad está íntimamente ligada a su historia, lugar desde donde se puede explicar y comprender sus procederes y definir –porqué no- la forma de ser de una población.

Aquello que nos identifica como un grupo de personas en sociedad es, para la socióloga Alcira Argumedo la llamada “matriz de pensamiento”. Dice que “las matrices contienen definiciones acerca de la naturaleza humana; de la constitución de las sociedades, su composición y desarrollo; diferentes interpretaciones de la historia; elementos para la comprensión de fenómenos del presente y modelos de organización social. También formula hipótesis referidas a los comportamientos políticos, económicos, sociales y culturales, que fundamentan la opción entre valores o intereses en conflicto”.

Morón tiene una rica historia a través de sus 117 años de vida. Pero abundante en datos no siempre significa conocimiento pleno, sino el recordar aquello que repetimos de tanto escucharlo.

Se intenta en esta nota explicar tanto los hechos conocidos por todos como ahondar en aquellos no tan conocidos y que merecen nuestra atención.

Tierras de Morón: regaladas y con resistencia

Nos situamos en el año 1580. Navegando por el Río de la Plata Juan de Garay pondría nombre precisamente a ese río para luego fundar la Ciudad de Buenos Aires por segunda vez (en 1536 Pedro de Mendoza lo había hecho por vez primera y no considerándola tierra apta, se fue).

Una vez asentados, comenzó el reparto de tierras por parte de Garay, básicamente a aquellos que junto a él habían llegado a conquistar el sector sur del continente. Precisamente uno de ellos, Juan Ruíz de Ocaña -hijo de un fiel soldado de Pedro de Mendoza durante la primera fundación- participó y ganó en esta suerte de sorteo, por lo que en 1589 tenía de su propiedad unas tierras situadas al este del arroyo que luego se llamaría Morón.

Como se las conocía según el propietario que las “adquiría”, a mediados del siglo XVII la zona fue denominada Cañada de Juan Ruíz.

El proceso de adquisición de tierras no implicaba en apariencia que grupos de indígenas hubieran sido literalmente “invitados” a retirarse, aunque no hay acuerdo en ello. Para Edgardo Coria, en su libro “Compilación histórica de Morón 1583-1959”, Juan Ruíz de Ocaña antes de ocupar su tierra desaloja a un cacique de origen guaraní llamado Telomonié Condié, y que según documentos que lo certifican, lucharon tanto en las cercanías del arroyo Morón como en el actual centro de la localidad. En cambio el historiador Raúl Molina, interpretando material cartográfico de la época, no encuentra por la zona rastro de algún tipo de construcción típica de defensa.

La duda de los entendidos es sobre la base de los mismos escritos, en su mayoría declaraciones de herederos o testamentos de la época que sirven de guía para el análisis.


Las versiones del nombre: tierra o apellido


Edgardo Coria comenta en su libro que en el año 1681 llega desde España a nuestro país Don Diego de Morón, que sería el encargado de la dirección de la prisión en Buenos Aires (que se casó ese mismo año con Isabel de Torres Brizeño). En 1696 fallece Diego de Morón, y su viuda se instala en una chacra que la gente llamaba Cañada de Juan Ruíz. A partir de allí, el lugar toma el nombre de Morón.

Adolfo Speratti, a través de su libro “Relatos Moroneneses” sostiene que “nuestro Morón no fue fundado por persona física alguna y mucho menos por el impertinente señorío de alguien, sino por algo más que esa vana búsqueda de ún apellido sin heráldica (...), fue fundado por algo más que esa vana búsqueda de concreciones o documentos que la historia no registró porque pasó distraída ante su humildísima cuna (...) fue fundado para avistar al indio primero y cambiar caballos después en el viaje a Luján, trampolín de audaces travesías”.


Ciudades que la conforman

Actualmente el partido de Morón está conformado por cuatro ciudades:

Cuando se viene en tren desde la Capital Federal muchos se habrán preguntado alguna vez, al bajar en la estación de Haedo, de dónde proviene su nombre. Y Mariano Haedo fue el primer director del llamado en aquel momento “Ferrocarril del Oeste”, allá por la década de 1850. Pero la estación recién se creó en 1886. Con poco más de 55.000 habitantes, fue declarada ciudad el 12 de noviembre de 1964.

La segunda en antigüedad dentro del partido es Villa Sarmiento. En los primeros años del siglo XX era sólo un pueblo dedicado a la agricultura y la ganadería, y su destinó cambió en 1926, cuando el Colegio Word, hasta entonces en el barrio de Flores en Capital Federal, decide trasladarse allí, modificando la cantidad de habitantes y el ritmo de vida.

El Hospital de agudos Alejandro Posadas inaugurado en 1958, trajo el impulso para el definitivo movimiento de toda la población urbana. Declarada ciudad el 20/08/1903 cuenta en la actualidad con 50.000 habitantes.

La tercer ciudad dentro del partido es El Palomar. Su nombre está asociado a que en la época de fundación del pueblo (1910) había una familia de apellido Cassero, que tenían en su quinta un gran palomar que estaba ubicado en lo que ahora es el Colegio Militar de la Nación. Es la última en ser declarada cuidad en 1974 y tiene en la actualidad algo más de 70.000 habitantes.

La siguiente estación que cruza el partido siguiendo el ex ferrocarril Sarmiento luego de Morón es Castelar. Nombre luego tomado por distintas industrias, entre ellas la antigua fábrica textil ya desaparecida, la creación del pueblo se remonta a 1913, cuando se emplaza la estación llamada en un principio “Parada kilómetro 22”; el abogado Estanislao Zeballos propone denominarla Castelar, a modo de homenaje a Emilio Castelar, político y abogado español.

El tren trajo crecimiento y leyes

La llegada del tren al hasta ese momento pueblo de Morón, se produjo en 1859. Y permitió que el fruto de la cosecha (mayormente trigo) pudiera distribuirse en la Capital Federal y el resto de la provincia de Buenos Aires. En tanto el público debía esperar los tres servicios diarios y los fines de semana los refuerzos de otros tres trenes, ya que Morón era conocido por tener un microclima propicio para quienes tenían afecciones respiratorias.

Sobre finales de la década de 1850 se produjo un cambio en la administración de los partidos de la provincia y fueron creadas las municipalidades; cada partido fue dirigido entonces por una “corporación” municipal que se componía de un juez de paz nombrado por el gobernador y de otros cuatro miembros elegidos por medio del voto de los ciudadanos. Éste cargo desapareció en 1885 y reemplazado primero por un presidente de la municipalidad y en 1891 por el de intendente.

El primer intendente del partido de Morón fue el escritor Gregorio de Laferrere, cargo que ocupó sólo unos meses.

La última modificación de importancia se dio en 1995, cuando mediante una ley provincial (la 11610), se produjo el fraccionamiento en tres nuevos partidos: Hurlingham, Ituzaingó y Morón. Así se dividió el partido, que llegó a tener cerca de 210.000 personas en total, según el censo del año 1991.

El partido de Morón posee una historia propia que mezcla las versiones encontradas y un profundo amor al lugar que explica sobre esa base todo lo sucedido. En nosotros, sus habitantes, queda el involucrarnos en esta historia y así comenzar a entender por qué vivimos en sociedad de ésta manera.


Laferrere, primer intendente

Hijo de Alfonso de Laferrere y Mercedes Pereda, nació en Buenos Aires el 8 de marzo de 1867.

En 1891 es elegido jefe de la comuna de Morón, donde residía entonces. Ocupa ese cargo durante algunos meses. Un año más tarde, en 1892 se acerca al radicalismo de Hipólito Yrigoyen, sin enrolarse en el movimiento. En 1893 resulta electo diputado provincial en la Legislatura de Buenos Aires, por un período de cinco años. Organiza el Partido Nacional Independiente en 1897, desprendimiento del Partido Nacional. En 1898 es elegido diputado nacional por Buenos Aires, cargo que ocupó por reelecciones sucesivas hasta 1908. Como dramaturgo, en sus obras se reflejan las costumbres de la clase media y alta de Buenos Aires a principios de siglo. Obras: Jettatore, El Predestinado, Locos de verano, Bajo La Garra, Las de Barranco y Los Invisibles, entre otras. El 30 de noviembre de 1913, fallece en Buenos Aires, luego de un breve período de enfermedad.

Guardado en la memoria

En la localidad de Castelar la llamada Quinta Seré encierra parte de nuestra más dolorosa página de la historia argentina.

Formaba parte de una propiedad de unas 60 hectáreas que perteneció hasta mediados del siglo XIX al francés Juan Seré, inmigrante que llegó a nuestras tierras y gracias a la ganadería en la zona rápidamente pudo hacer una gran fortuna. Éste construyó una casa de dos plantas de arquitectura europea, algo poco visto en el oeste bonaerense en esos días.

A fines de 1930 los descendientes directos de Seré lotean los terrenos, y la casona pasa a manos de la Municipalidad de Buenos Aires en 1949, quedando abandonada.

Luego allí funcionó el Instituto Municipal de Previsión Social que cedió el uso a la VII Brigada Aérea de Morón. Entre 1977 y 1978 funcionó un centro de detención clandestino bajo la jurisdicción de la Fuerza Aérea con apoyo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, lugar llamado en la jerga “Atila” o “la Mansión”. Pero un hecho haría desencadenar su fin como centro de tortura: el 24 de marzo de 1978 –a dos años del golpe militar que llevó a Jorge Rafael Videla al poder- Daniel Rusomano, Carlos García, Guillermo Fernández y Claudio Tamburrini, tres detenidos políticos, lograron burlar las fuertes medidas de seguridad y escaparon descolgándose de la ventana del primer piso.

Ante la divulgación de los hechos, a los pocos días la Mansión fue dinamitada.

En la actualidad funciona allí la Casa de la Memoria y La Vida, encargada de evitar olvidar los horrores y vejámenes cometidos y mantener la memoria siempre activa. Como testimonio de aquello que no debe volver a ocurrir
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