Lo que hay detrás de la puerta: el eterno trabajo precario


A los pocos meses de nacer un bebé aprende a dar sus primeros pasos. No hay una ciencia exacta pero más tarde o más temprano todos aprendemos primero un paso y luego otro que lo siga. Y con la realidad laboral de cada uno ocurre lo mismo. El problema es que los pasos parecen eternos algunas veces y a diferencia de la niñez, se es plenamente conciente de qué tan lejos o cerca está la posibilidad de dar un paso seguro laboralmente hablando.

En general hay un margen subjetivo ante el primer trabajo. Pero, el que lo otorga tiene su subjetividad y el empleado otra distinta: la cuerda de ambos lados se tensa diferente. El empleado aguanta injusticias o falta de mejoras durante un lapso que cree, es el que tiene que pagar por derecho de piso. Intenta aplicar el sentido común.

La situación puede aceptarse como algo inherente a subir escalas en un trabajo. La extensión en el tiempo de esta situación es el problema. Muchos de los empleos están sujetos no a la capacidad de quienes lo encarnan, sino a los humores del momento del país, o a decisiones que exceden largamente la nuestra.

Describir esto implica un humilde juicio de valor a quienes otorgan chances pero no les interesa el crecimiento de alguien, sino su “fuerza de trabajo” (gracias, Marx), renovable permanentemente.

Como pasa en las calesitas de las plazas, cuando se obtiene la sortija hay una vuelta más. Y esto sentirá quien está subido a la aventura de crecer. El tema es que cuando deciden que alguien se baje de allí, ¿cuáles son las oportunidades que existen de volver a subirse a la chance de un trabajo?. ¿Existen?.

Lo único real es una legitimación ni siquiera encubierta ya, de una forma de trabajar que podemos llamar precarizada, y somos amables con el término. Para quienes son los responsables no se les puede pedir que cambien, pero sí que haya control. La búsqueda de un índice bajo de desocupación no puede hacer subir a “la calesita” a todos simplemente para que den los números.

Hay empleados que en negro tienen más beneficios que aquellos que están en blanco, y de estos últimos pocos terminan haciendo labores para los que fueron solicitados, y todo por el mismo sueldo, claro. La situación no es nunca la ideal si se sostiene una manera de inserción laboral que no es justa.
Y como dicen en yoga, nunca se cambiará aquello que se tolera. Cuando algo cambie las soluciones dejarán de ser precarias, como los trabajos.
Mientras tanto podemos esperar. Pero que se apuren.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Nota publicada en www.diarioficcte.com.ar