Lo que hay detrás de la puerta: felicidad laboral, cara de portaretrato


En un mundo ideal podríamos encontrar sólo dos tipos de personas: aquellas que son efectivamente felices y las otras, que sólo creen que lo son.

Con seguridad en ese mundo ideal todos sus habitantes consiguen, y una vez que obtienen disfrutan, de su trabajo. Hoy hablamos de las personas y la felicidad laboral que los rodea, contiene. Aquellos que necesitan ser pellizcados y aun así creen estar soñando. Lo que llamaremos de aquí en más risueñamente “cara de portarretrato”: cuando uno va a comprarlos siempre habrá un rostro en la foto inmensamente feliz.

Revelaremos aquí el motivo de tanta alegría en este tipo de personas: el trabajo, como la vida, es felicidad o tristeza según cómo te lo tomes. Incluso aplicado a las labores más insalubres.
Existe una gran carga de subjetividad en todas las visiones. Alguno puede sentirse realizado por el lugar físico que ocupa y en donde desarrolla su labor (por ejemplo una linda oficina, amplia y con ventana al río) y en un segundo plano deja qué es exactamente lo que hace. Y también lo contrario. Una persona en un lugar diminuto puede sentirse a gusto con la tarea que lleva adelante.

Las políticas económicas (vaya si ocurre ahora) tienen mucho de esto. Se la llama “Teoría subjetiva del valor”, que es ni más ni menos que darle una forma y carácter a algo que siempre estará condicionado por nuestra propia opinión.

“Tiembla la bolsa”, “Los Bancos respiran”, “Mercados alterados”, son expresiones que comúnmente leemos u oímos. Si nos preguntan cómo nos fue en el trabajo tal vez diremos “Hoy estuvo tranquilo” (¿el trabajo o uno?), “Nos hacen trabajar cada vez más” (¿más horas o cumplir más en menos tiempo?).

Como fuera, la mirada parece ser aquello que nos rige el camino. Por eso existen quienes ven no uno, sino todos los trabajos como injustos. Y la injusticia siempre es para con ellos. Ni está todo como para decir que el trabajo es como caminar entre flores, ni tampoco es Vietnam o un campo minado. En todo caso la senda siempre estará elegida por nosotros.

Algún lector fuertemente capitalista puede preguntarse con todo derecho en dónde entra el tema del dinero en la idea de felicidad en el trabajo. En la pirámide de cuestiones importantes cada uno ubica al dinero en el escalón que prefiera. Es lo más subjetivo de todo este espacio porque entre “querer ganar” y “aceptar ganar”, el trecho será grande o pequeño según la paciencia del trabajador.

Los que ríen desde sus portarretratos deben ganar bien, imagino. Pero la reflexión es: pelear por la calidad del trabajo es parte de nuestra felicidad laboral.
O el largo camino hacia ella.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Nota publicada en www.diarioficcte.com.ar