"Me comprometo" -Cuento corto-



Situación uno: Raúl ya sabe que llegará tarde al médico. El auto está en medio de la avenida a unas seis cuadras del consultorio. Era la primera visita al psicólogo, no tenía ganas de ir, y ya tendrían un tema del que hablar: su falta de compromiso ante las cosas. Pensó en una excusa como siempre daba pero también era verdad que salió con el tiempo justo y eso le remordía la conciencia. Tocó bocina de bronca. Empezó a moverse la marea de autos, el semáforo estaba por cortar, se pegó detrás de un colectivo para pasar antes de la luz roja. Un hombre cruzaba de izquierda a derecha Corrientes y con el auto de frente se queda paralizado. Raúl reacciona tarde, cae el hombre y pega la cabeza contra el guardabarros. Todos frenan.






Situación dos: Nicolás estrenaba departamento. Lo compartía con otra persona que estudiaba lo mismo que él. Se dio cuenta que faltaba una lámpara y fue a comprarla. Una lámpara que sirviera, no las de decorado. Cruzó Corrientes sin mirar al costado porque vio de frente el semáforo de peatones con luz verde para pasar. La mala suerte hizo que el auto de Raúl lo atropellara. No reaccionaba en el piso, llaman a una ambulancia. Suena el celular de Nicolás varias veces pero el policía que llegó no lo atiende. Raúl estaba paralizado, se sentía culpable y a la vez no quería comprometerse a atender y explicar.






Situación tres: Nora llama a su hijo por quinta vez al celular. Raúl atiende, le dice quién es y dónde está. Nora presiente algo como toda madre sin que se lo pregunten. Llega la ambulancia y Nicolás reacciona un poco, Raúl le va relatando a la mamá por teléfono todo lo que le ocurre a su hijo. Ella le grita que ya sale para el hospital y que no le corte. Que su hijo es nuevo en capital, que ella ese día a la mañana algo sintió, que le iba a avisar que no empezara hoy a atender. Pero que Nicolás le dijo que había conseguido sus tres primeros pacientes, que la gente a la tarde es puntual, que no quería fallar. Que tenía ganas de trabajar, que se repartieron con su amigo los pacientes. Raúl alejó el teléfono de su oreja, quiso pensar pero dentro de una ambulancia no se puede, estaba rumbo al hospital con Nicolás. Señora, yo soy el paciente, le dice Raúl. “¿Qué paciente?”. El que iba a atender su hijo. Nora le gritó “ahora el paciente es él”. Se sintió útil, por primera vez.






Situación cuatro: a los dos días Raúl va a verlo a Nicolás al hospital, ya estaba mejor. Le explicó lo extraño de la vida, del destino, aunque un psicólogo no creyera en eso. Se preguntaron uno al otro si estaban curados. Y ambos dijeron al mismo tiempo, con alivio, que sí.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Una solución se encuentra a veces cuando no la buscamos. Y al tenerla creemos que siempre la supimos. Ahí, talla el destino.