Lo que hay detrás de la puerta: nuestro vaso medio lleno


Si bien aquello que uno puede aportar desde su visión pretende ser la mirada del alumno que sale del cascarón universitario hacia “la vida”, pocas cosas nos unen a todos como la búsqueda laboral. Con mayores o menores pretensiones, currículums extensos o vacíos, todos queremos de nuestro futuro algo así como un trabajo “decente y permanente” (ustedes pongan los dos términos en el orden e importancia que deseen).

La realidad en los números nos muestra una oferta laboral para ciertos rubros, que no necesariamente tienen que ver con los universitarios o terciarios. Basta que se decida llamar a alguien para cortar el pasto que se verá que a Dios gracias, trabajo en general no les falta. Esto también les cabe a albañiles, pintores, electricistas, cortineros, maestros mayores de obra, plomeros y entendidos en informática que quieran ser empleados realizando más que nada labores muy específicas.

Otros rubros no corren con igual suerte. Porque existe sobreabundancia y también, porque cuando el diario se abre no hay oferta de aquello que se es. La conclusión primaria nos muestra una realidad tras los números positivos de la economía. Algo así como una “matrix” en la que o se está dentro de ella, o se la contempla.

Ergo: la inserción laboral es lenta, o básicamente dependiente de ciclos. Vale decir, cuando una profesión está de moda y todos quieren ser parte de una actividad. Queremos “subirnos” a esa matrix, pero parece que no somos los únicos en querer hacerlo. Y el mercado se agota en pedidos muy puntuales.

Las nuevos términos para definir al simple empleado nos eximen de mayores comentarios:“Senior”, “semi Senior”, “Junior” “semi Junior”…

Hace unos días me puse contento ya que cerca de mi casa alguien puso un cartel en su inmobiliaria buscando empleados. Algunas personas había en la fila y les pregunté qué se precisaba…”Empleado principal o Senior para desempeñar tareas relativas a la profesión”. Si alguien no comprendió, se pide experiencia para atender el teléfono, sacar fotocopias, concertar entrevistas, realizar una agenda de contactos…
Lo triste es que si bien exigir condiciones por parte de un empleador es su derecho y en esos términos gana el que mejor preparado esté, tampoco es sano tener que ser Abogado para coordinar por teléfono reuniones de otros. Mejor dicho, no es justo.

Nuestras posibilidades son siempre el vaso medio lleno en la historia de buscar trabajar. Confiar en la experiencia debe ser tan determinante como también lo que nosotros hagamos ante una chance, una puerta que se abra. Si la supervivencia es la del más apto, allí se verán nuestros reales valores.
Por las dudas, para no quedar fuera de la matrix, es bueno empezar por confiar en lo que cada uno siente que es luego de recibirse. Ese y no otro, es el vaso medio lleno.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Nota publicada en www.diarioficcte.com.ar