Lo que hay detrás de la puerta: el trabajador en su laberinto


Cuando hablamos de primeras oportunidades dadas, la persona que lo hizo posible no será jamás olvidada. Fue quien confió en que nosotros podíamos y de paso, nos dimos cuenta que algo de razón tenía. Ciertas veces otros confían más en nuestros valores que nosotros mismos.

Existen matices. Como en todo, cuando de relaciones humanas se trata. Para saber diferenciar lo que el empleador quiere de cada uno, la tarea de averiguarlo resulta sencilla: ¿nos paga por nuestro trabajo?. ¿No?. Pues entonces estamos en presencia de la temida condición de “a prueba”. Y aunque aprender de la práctica nunca está mal, sí lo está el abuso del tiempo, el generar el “estado permanente” de nuestra condición.

Las soluciones no están en quien recién comienza. Laberintos de un sistema que en general nos pierde dentro de sus caminos, estamos en medio de todas las decisiones que otros toman. Una protección legal la dan aquellas empresas que buscando dentro de las Facultades, quieren en condición de pasantes a alumnos. Para ir fogueando a aquellos que se están por recibir.

Aunque se puede envidiar a los que son elegidos, nada es un lecho de rosas. Porque uno aprende si le enseñan, además de lo que uno observa. La cuestión es si quienes contratan buscan enseñar las cosas, o sólo a quienes lo hagan rápido y sin chistar. Mejor, no sabemos. Pero, rápido.

Nuestra ilusión de luz al final del túnel nos guía en el laberinto. Mientras, el tiempo pasa, para puro beneficio de quien nos “toma una prueba”. Por eso la recomendación (y les aseguro que con una base empírica importante) es aclarar todo lo necesario desde el principio. Aunque uno quede como estructurado y amigo de los formalismos. Pero es que después no hay derecho a la queja. Es algo así como la letra chica de la compra de un microondas. ¿Quién lee que el representante de la marca atiende en Uruguay?. Nadie. Así que en lo posible, fijarse de aclarar puntos.

A veces ocurre que se sabe cómo es la labor diaria, aunque el empleador no impone otras reglas ya que las da por entendidas. Pero no todos tenemos la lógica de un empleador. Nunca está demás consultar, y a veces hasta con suerte uno ha inaugurado un estilo de trabajo sin quererlo.

Siempre es mejor que en el laberinto sólo quede el Minotauro y nadie más.



(imagen gentilezawww.1.bp.blogspot.com)

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Nota publicada en www.diarioficcte.com.ar