Lo que hay detrás de la puerta: la vocación y la formación


Nuestra vocación tiene que ver con aquello que nosotros elegimos ser (y hacer) en un momento de la vida, y de allí hacia adelante. Separamos aquí la educación básica y general que todos recibimos y que nos prepara antes de nuestra elección, aunque hoy las escuelas medias cuenten con una orientación que de alguna manera puede ayudar al estudiante a decidir.

Superado el momento de la elección, llega el turno de la formación. En este rubro, y es materia opinable, el paso hacia los estudios terciarios universitarios resulta cada vez más una cuestión de buena suerte en la carrera y Facultad elegida. Porque el que quiere saber puede averiguar, pero tanto vale eso como el poder asesorarse debidamente. Y la impresión es que aun no se encuentra cómo hacer no frustrar en el intento a aquellos que no tienen la suerte de elegir bien. O que lo dado en las materias en realidad no cubre con sus expectativas.

Entonces con la vocación y la elección definidas, quizás en la formación radique el problema. Qué cosa y de qué manera se llega al que estudia. Algún lector de estas palabras puede ser un ejemplo del tema: hay muchas personas que se recibieron de cosas que, o nunca ejercerán, o que el mandato familiar los llevó a realizar. También todo es cuestión de confiar en la propia meta de uno, y de saber que cuando elegimos lo hacemos pensando en nosotros y en nuestras posibilidades.

La formación, cuando es directamente relacionada con una rápida salida laboral.
Obstáculo insalvable y determinante en nuestra realidad. Cantidad y calidad en general no van de la mano, y más para trabajos en donde se destaca la puntual tarea, la específica. Si bien se buscan matriceros, fabricantes de insumos o torneros, donde escasean personas son en las carreras más técnicas, centradas en un rol y dependientes de un buen conocimiento.
Para esto hay que invertir, pero en uno: nada se soluciona sin tiempo, hay que estudiar y ser pacientes. El tema es que no se cuenta con esa paciencia.

Llegamos por fin a la disyuntiva. Si se estudia para comer a futuro, o se estudia para comer ya mismo. El análisis social de porqué se llega esto corresponde a especialistas, pero de algo estoy seguro: algunas veces la felicidad no entra en ninguna de estas dos opciones. La disposición, el ánimo, para encarar un proyecto aun es propiedad de nosotros y no de las circunstancias.
Ojalá en todos los futuros estudiantes vocación, formación y ánimo sean las armas para destacarse y poder estar orgullosos de saber… que saben.


1 comentarios:

Gabriel dijo...

Nota publicada en www.diarioficcte.com.ar