La que huye del encontrado -Cuento corto-

Me dijo que la esperara en esta esquina, no me dio más precisiones. La marea de gente hacia ambos lados, la avenida repleta de colectivos, el humo de los autos, el ruido, el cartonero, el policía caminando con su chaleco puesto naranja fluo. Escucho alguna música de fondo, me quedo pensando en lo poco que nos detenemos a mirar lo que nos rodea a diario. Van a ser casi las cuatro, respiro profundo como quien ya está cansado y son recién en punto. Huelo desesperanza que sale de mi alma, no sé. Miro hacia un lado, quizás me haga una seña a lo lejos. Miro el reloj y la aguja no avanza, dejo de hacerlo y quiero saber qué hora es. Otra vez. Asi funciona la impaciencia. A los veinte minutos me voy de ahí hacia la senda peatonal, molestando a los que caminan. Cuando todos cruzan la veo a lo lejos, me ve y levanta un brazo. Avanzo y de pronto empieza a correr. Y yo, desesperado entre la masa de gente que camina toda junta no podía seguirla. Alcanzo a ver que dobla, empiezo a empujar al que se me cruza. Me lleva una cuadra de ventaja sobre Rivadavia, le grito para que pare. Ella se da vuelta y baja la cabeza, me acerco un poco y de nuevo se echa a correr. En diagonal cruza la plaza, se mete en la boca del subte, yo no tengo más aire, me agarro del pasamanos. Me inclino hacia adelante y lloro, cansado de no haberla encontrado. La Diosa Fortuna quedó desde lejos mirando, se apiadó de tanto llanto y subió las escaleras. Me ofreció su mano y yo la abracé, por fin, con mis dos brazos. Ninguna espera es en vano.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“La que huye del encontrado”-Cuento corto. La búsqueda de algo en alguien, de cómo huye varias veces. Pero en el fondo necesita ser hallado.