"Te estoy buscando, Sofía" -Cuento corto-

No la encuentro, hace dos semanas que la busco y me resigné. Dice mi jefe que para encontrar algo primero hay que dejar de buscarlo, asi que eso haré. Espero no lo interprete como que no me interesa saber quién es. Tengo un nombre: Sofía. Estuve con una amiga de ella hará un mes y le pude sacar sin que se diera cuenta algunos datos como para encontrarla.

Sé que vive sola, sé que viaja en subte todos los días, sé que trabaja en Buenos Aires. No son grandes datos pero es mejor que nada. Con mi paciencia a prueba de tiempo la estuve buscando pero el método no me sirvió. Me puse en un extremo del andén de la estación Medrano, línea B. Sé que baja ahí. Desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde espero verla. Tiene pelo negro largo y suele llevar una cartera, Sofía. Esos datos tampoco me ayudaron, son muy generales.

Estuve cerca, o creí estarlo, un par de veces. Seguí a dos supuestas Sofía pero no eran, me lo dijeron y yo les pedí disculpas porque a como estamos me podrían confundir con un ladrón. Vuelvo a mi casa a veces derrotado y con la sensación de tarea en vano. Algo me dice que igual lo tengo que hacer. Bueno, alguien me lo dice, también.

Sofía tiene 30 años, un pasar humilde, cierta resignación en el presente, algún sueño. Quiero ser parte de lo que de acá en más le pueda ocurrir, le tomé cariño con el tiempo. O más cariño. Mis amigos me dicen que no debo ilusionarme con encontrarla, sobretodo porque ella no parece necesitarte tanto, sino ya te hubiera hallado, eso me dicen. Pero no los oigo, o sí, pero tengo mi teoría. Nadie que no sepa bien qué necesita puede andar buscando lo que le satisfaga. Porque no lo sabe, sencillamente.

Desde hace dos semanas ya le dije a mi jefe, a mis amigos, al destino mismo, que estoy por tirar la toalla. Hoy es viernes, último día de la semana.
Me voy a la estación Medrano de la línea B, se me hace tarde. En una de esas pasa. Y se acuerda que pidió por mi, que acá estoy.
Que al que quiere, ayudo. Y al que me encuentra, también.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Hay que tener cuidado cuando se pide porque después el destino, el Angel, nos anda buscando y nos persigue como si con él tuviéramos una deuda. Y quizás sí. Hacer de nosotros algo.