"El espectador oculto" -CC-



Celos. Tardaría en reconocerlo pero sentía celos. Ese calor que sube por el cuello y genera rabia, ante algo que definitivamente molesta pero no podemos expresar al otro. Hasta que podemos. Raúl tenía celos y estaba claro. Su novia va a comprar ropa al shopping y él se entera después y no antes. Le ofrece su tarjeta de crédito para que la use como quiera y de paso estar ahí con ella pero Melina se niega, quiere ir sola.






¿Por qué me esquivará? se preguntaba Raúl. Alguien debe estar viéndola, no puede ser, me lo debe estar ocultando para que no me ponga mal, en cuanto deje el teléfono en la mesa me voy a fijar quién le habla. ¿De quiénes desconfía Raúl?. De todos. Siente que pasa cada vez menos tiempo con ella y a Melina la nota cada vez más feliz. Un día le dice que se verían a la tarde y Raúl la sigue casi todo el dia. Se pone enfrente de la puerta de la oficina, la ve entrar y luego salir en horario, de ahí al gimnasio. Maldito gimnasio. ¿Qué hará ahí?. ¿Con quién se verá?. A la hora y media Melina sale, va a un local de ropa en Palermo en el fondo de una galería, no puede verla. Cuando sale se agacha dentro del auto como los detectives en las películas.






Habían pasado unas diez horas y hacer de investigador era cansador e inútil. Se fue a su casa y la llamó por teléfono, quedaron en verse. En un bar Melina con cara de cansada le contó su jornada, tal cual Raúl la había presenciado como espectador oculto. Quiso aparentar que no sabía de su rutina y se pisó: le dijo “vos fuiste al gimnasio hoy”. Y Melina abrió los ojos grandes. “Sí, tenés razón, ¿cómo sabés?. Yo vivo cambiando el horario y además ya no estoy yendo mucho”. Raúl tragó saliva y se puso colorado. Quiso volver sobre sus pasos pero ya estaban todos dados, y hacia adelante.






La tomó de las dos manos y le dijo la verdad. Que había desconfiado de ella, que por primera vez tuvo celos, que eso jamás le había pasado, que se sentía con bronca, que esto empezó porque la veía hacer cosas en soledad. Que se sintió menos. Y ahora, muy avergonzado de ser como no suele ser. Melina lo miró con ternura y se lo dijo directamente: “Yo también me sentía rara, dejé de ir al gimnasio y como estaba débil hace un mes y medio fui al médico. Estoy embarazada”. Raúl se apoyó en el respaldo de la silla con toda su espalda, se puso la mano en el corazón como cuando uno recibe una noticia importante.






¿Pero quién te hablaba por teléfono?. “El médico”.



¿Pero para qué ibas al shopping sola?. “¡A mirar ropa de bebés!”.



Pero…¡si te vi entrar al gimnasio hoy!. “Sí, pasé a saludar a las chicas y me quedé hablando con ellas. ¿Seguís celoso?”.






Raúl pasó de ser un estúpido y precoz celoso a ser un detective bastante malo. Melina además de perdonarlo, lo entendió. Con cierta filosofía se sintió hasta importante. Y ahora serían tres.






La gente a veces no duda de lo que ve. Tiene terror, pánico, a lo que no ve.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Celos: dícese de la enfermedad que hace de una sospecha un mundo, aunque ese mundo lo habite a veces uno mismo.