"Las tres cajas" -CC-



Situación uno: Enrique mira la caja que le acaban de dar. Parece algo rota y eso que los zapatos que tiene dentro son nuevos, los compró recién. Vuelve a la oficina pero no se los quiere poner porque todos se darían cuenta. Cree que estará por fin elegante, siempre le criticaban sus gastados mocasines todoterreno. Tendría un par de horas como para ablandarlos un poco sin sufrirlos en la cara. Mira el reloj, ya concluye su horario. Apaga la computadora y se va con la caja dentro de una bolsa rumbo al ascensor.






Situación dos: Margarita tiene frio. No llevó el pullóver fino de color blanco a la oficina para que no creyeran que en la fiesta usaría el mismo. Decidió teñirlo y esperaba que cuando llegara a la casa ya estuviera seco y tan azul como pretende. Le pidió a una amiga una cartera, que se la trajo dentro de una caja forrada en papel madera. En 19 años de servicio fue a muchas de estas reuniones, el que no iba no recibía reprimendas pero quedaba relegado. A sus jefes les encantaba oír que le digan que la fiesta era divertida. Aunque no lo fuera. En todo eso pensaba mientras se dio cuenta que eran las cinco de la tarde. Se puso la caja debajo del brazo y algo incómoda esperaba el ascensor.






Situación tres: Zelenevich tenía un problema. Su mujer lo apuraba por mensaje de texto desde la casa lista para salir rumbo a la fiesta. Pero justo a la secretaria en ese momento se le ocurrió pensar que el rol de amante no era suficiente. Cerró la puerta de la oficina y los gritos se escuchaban y sentían, las persianas de fino plástico no alcanzaban a tapar toda la vergüenza del hombre que veía hacerse público aquello que disfrutaba a escondidas. Mandó a un cadete a comprar bombones para calmarla, el gasto correría por cuenta de la empresa. Le trajo como tres kilos, una enormidad. Tanto que la secretaria le dijo “¿me estás diciendo gorda con tantos bombones?. ¿Qué soy?” y se los devolvió cuando Zelenevich esperaba el ascensor, a punto de irse. Se los daría a su esposa como solución rápida.






Situación cuatro: Enrique y Margarita le hacen espacio a Zelenevich cuando la puerta del ascensor se abre. Él los mira con algo de desprecio, observa las cajas y ellos a su vez también observan la de él. Los tres en sus cajas tienen cosas para aparentar, para que de ellos se piense lo que quizás no sean. Y se miran sabiéndolo. Los zapatos estaban apretados, la cartera era elegante, los bombones muy ricos.






La apariencia, feliz. Siempre va a las fiestas con gente que la lleva.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Si aparentamos, aquello que queremos que se vea es lo primero que el otro aprenderá a obviar de nosotros.