"Un regalo de tu ausencia" -CC-



Buscó una mesa pegada a la ventana y él estar de frente a la puerta asi la veía entrar. Apretaba el sobre del azúcar y ese ruido lo ponía más nervioso, revolvía y casi toma el café con la cuchara dentro y se mancha todo. Terminó y llamó al mozo para pagarle y se llevara la taza, no quería que viera que la estuvo esperando.






El saco era prestado de su hermano (de esos préstamos en los cuales el otro jamás se entera) y sentía que estaba aparentando, era su principal incomodidad. ¿Hace cuántos años que no la veía?. Desde que lo abrazó y se fue del barrio, cuando jugar en barra y en horario fijo era lo importante, cuando ella lo era para él. Nunca la extrañó hasta que fue grande, y sería lo primero por decirle de forma delicada, para no quedar como interesado.






Bendita la suerte del destino: que en el Banco digan nombre y apellido de alguien a quien hace años uno no ve, es de película, y había ocurrido. Se acercó y sintió que ella no lo reconoció ni en recuerdos, aunque quedaron en verse hoy.






La tarde se apura en irse y son 6 en punto. Parece hacer más frio, o eso siente. Ella entra y él se pone de pie levantando el brazo, le dio mucha verguenza al instante hacer eso y se sentó rápido. Se saludaron y pidieron café. El le contó la alegría de verla, lo que significó en su niñez, de su vida después, de lo que supo de los demás amigos. La mujer lo miró con atención y él notaba que no decía nada.






Se hizo un silencio cortado por el ruido de las tazas.



“Disculpame, no sos la que buscás”, le dijo ella. “Soy otra”.



-¿Otra qué?



“Otra Sosa, otra Lucía Sosa, pero si querés me puedo quedar. ¿Te molesta si pido otro café?”.






Hasta de grande uno puede reescribr su propia historia, pensó él. Y agradeció en silencio a la ausente Lucia Sosa.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Un claro ejemplo de cómo las circunstancias, a veces, te buscan a vos. Para eso, también hay que predisponerse!!.