Crónica de un supermercado chino

Nota publicada en la revista Superventas, edición en chino


Adaptado al barrio




La historia de “Daniel” es común a quienes han desembarcado desde China en busca de bienestar económico: cierto recelo inicial, consolidación de su negocio y la adaptación a un país que, dice, no lo rechaza.



Lo primero para decir es algo que ya muchos saben. No es sencillo entablar una conversación con una persona de la República popular China. A la barrera del idioma (tan complicado para nosotros como para ellos el castellano) se le suma cierto recelo para hablar sobre sus orígenes, lo que sería para nosotros aquella persona que viene de un pueblo del interior del país y llega a una Buenos Aires que poco entiende de silencios. Detrás de esa barrera a veces infranqueable, aparece Daniel.


Un hombre de suerte
Nos ubicamos en la calle Independencia 1861, barrio de Congreso, Capital Federal. El supermercado se llama “Suerte”, y el nombre parece atraer clientela, al menos en esta mañana
en la que la gente decidió hacer sus compras. Llegué cuando se descarga la mercadería, trabajo diario y silencioso en muchos casos.
El local es más largo que ancho, con muchas góndolas. El techo es algo alto y escucho música a bajo volumen por unos parlantes. Cerca de la puerta está la caja en donde atiende Li Xue Sun, que es al que llaman “Daniel” sus conocidos y empleados. Tiene 34 años y vino de la provincia de Shandong. “Ahí viven mas o menos 30 millones de personas”, dice. Recordemos que cada provincia de China equivale en cantidad de habitantes a cualquier país de Sudamérica.”Ustedes son pocos en comparación al territorio que tienen. Pero al hombre que siempre vivió en el campo le cuesta adaptarse a la ciudad”.


Aquí hay otra característica de las personas que han decidido probar suerte desde tan lejos: en su mayoría provienen de zonas de China alejadas de las ciudades, donde el campo es su fuente de ingresos desde siempre. La historia de Daniel no escapa a eso.

Hace tres años y cuatro meses decidió venir a nuestro país. “Vine con mi esposa. Y ya tengo una hija argentina. Un amigo llegó primero y luego llegué yo. El comienzo no me fue fácil por el tema del idioma, pero me fui adaptando. No me quejo, me tratan bien”. Le pregunto si ha tenido algún tipo de rechazo inicial, de desconfianza. Pero me repite que ha sido bien tratado. Mi insistencia en la pregunta y su negativa me hace pensar en que el argentino discrimina más que al extranjero, a aquel que ve que no trabaja para ganarse un lugar en el barrio. Quizás el choque de culturas, ante alguien que uno ve trabajador y honesto, no se da tanto.


Las reglas del juego
Mientras pienso en esto, Daniel ya atendió en la caja a cuatro clientes. Los empleados se ríen de que pueda salir en una revista y él también se ríe con ellos. Tengo una pregunta escrita y tenía temor en que no quisiera hablar de eso. Se refiere a la competencia entre pares. El barrio de Congreso es sólo una muestra del crecimiento de autoservicios y supermercados de origen chino que ha tenido Capital Federal y muchas de las ciudades del interior.
Visto el fenómeno desde afuera, pareciera que todos han llegado desde China a Argentina organizados. Quizás el silencio en el que eligen estar me mueva a pensar eso. Pero entre regiones también existen diferencias y competencias, como en cualquier lugar del mundo. “Enfrente se instaló otro supermercado chino hace 15 días. Y es competencia, claro”. Daniel se refiere a uno ubicado en diagonal a su negocio, que luce con pintura nueva. No puedo dejar de comparar el negocio de enfrente con el de Daniel, y le pregunto si desearía modificar algo de su comercio, ampliar, cambiar ciertos aspectos para que los clientes no se le vayan. “El negocio está bien, no nos falta nada. Es una inversión. Dejar plata en arreglar y la pintura es fácil. Pero luego hay que mantener eso. Además esto (mueve su brazo hacia las góndolas) es barato”.


El tema de lo barato que puede ser un comercio chino lo ayuda, aunque en parte. “Yo puedo tener un 25 % más barato la mayoría de los productos, pero todos los que rebajamos después ganamos poquito”, me aclara. Luego me dice que cierta idea de que en Argentina se vive bien, hace que muchos chinos desembarquen en nuestro país y luego tengan problemas para subsistir. “No es sencillo un negocio, y se vienen con la idea de que bajando precios la ganancia es mucha. Pero se gana poquito”, repite la palabra.


Que si vengo, que si voy
Imagino que progresar, para alguien que no es de aquí, implica que le vaya bien en su comercio y afianzar lazos con un país que no es el de ellos. O tal vez piense en volver a su patria. Para Daniel el tema de lo lejano lo ha superado, aunque sí añora el campo. “El campo es mucho más lindo que la ciudad. Hay otros ritmos y se vive mejor, y más si es en tu país. Pero igual, no pensé en irme. O bueno…tuve momentos malos con mi negocio, la crisis, todo eso. De afuera todo es fácil para el que no es comerciante.”


Dice reconocer a alguien de China si vino del campo o la ciudad. “Yo nací en Shandong…en Shanghai no, eh”. Parece que hay diferencias entre ciudades. Me vuelve a hablar del campo. Tiene admiración y algo de melancolía lo que me dice. Le cuento que aquí también hay campo, y mucho. Pero que las ciudades cabeceras dominan todo el movimiento. En China también ocurre, en cuanto a dinero y cultura.
Pero a su manera, cada uno sobrevive.


“No…fotos, no”
Antes de asustarlo sacando mi cámara, decidí comentarle que la idea es tomarle una fotografía para darle un buen marco a la nota. Pero es reacio a posar. Le propuse entonces que él eligiera qué sector de su comercio quería que saliera, si no quería aparecer en persona. Le di mi cámara y luego de ir hasta el fondo y volver, eligió un sector de la entrada. La cámara casualmente era de origen chino (pura casualidad, realmente) y elogió la marca. Le pregunté a qué se debe esa sensación que tengo que las fotos son cosa prohibida. “No, no me gustan…además con esta cara…la foto tiene que ser linda”. Y nos reímos de su salida. Comprendí que tiene que ver con lo cultural y no con la necesidad de esconderse de algo o alguien. Respeto eso.


¿Qué es “ser de acá?”
Estuve un rato más con Daniel. Simpático, de pocas palabras. Con igual placer, me habla de cómo se adaptó a la ciudad, como de los campos de su provincia.
No podría juzgar el sentido de pertenencia, es algo parecido, sino igual, a definir qué es patria. De última, todos somos de aquí, en tanto estemos viviendo.
O sobreviviendo.
Lo veo a Daniel mismo como sobreviviendo en Buenos Aires.
Más allá de estar instalado y en parte adaptado.
Y si aprendió a sobrevivir, comprendí que entre Shandong y Buenos Aires no hay mucha distancia.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Nota publicada en la revista Superventas, edición en chino.