"Dios, avisando" -Cuento corto-

Gómez espera el colectivo al lado del cordón. Cuando viene se adelanta y gana unas tres posiciones, se sube de prepo y la gente de la fila le dice cosas irreproducibles. Llega a la oficina y el de seguridad lo saluda con un “buenos días”. Pero Gómez sigue de largo sin girar la cabeza. En realidad lo escuchó pero no quiere detenerse, piensa que no tiene nada en común con el hombre de seguridad y por eso no lo saluda. Ya en el segundo piso ordenó a sus empleados un cambio de lugar. A Giménez y a Ricciardo los puso del lado de los ventanales. A las diez de la mañana ya el sol empieza a entrar y el calor es insoportable, ese sector siempre está vacío. Pero ordena que ahí ambos se ubiquen con sus mesas y sillas. Los dos tuvieron la genial idea de plantearle a Gómez hace un mes un aumento en nombre de todos, y en nombre de todos eran castigados así. Cerró la puerta de su oficina y la mañana entera la usó para chatear y mirar Facebook. Cuando lo llamaban por teléfono levantaba el tubo y cortaba. Lo llamaron muchas veces seguidas y fastidioso directamente descolgó. Al mediodía salió, cruzó hasta Suipacha a comer en un localcito. Caminaba por la calle peatonal y escuchó un “Gómez”, su apellido dicho por alguien. “¡Gómez!”. Levantó la vista y creyó que venía de algún edificio. Cuando bajó la cabeza la moto que doblaba desde Viamonte se lo llevó puesto y quedó tendido en la calle. En el hospital, ya trasladado, no podía moverse ni hablar. A la noche cerró los ojos y charló con alguien sobre lo mal que venía haciendo las cosas, que estaba arrepentido de tratar a todos como a él lo habían tratado siempre cuando joven. “Hasta yo me cansé de vos”, le dijo Dios. Gómez le preguntó por qué decía eso. “Porque te estuve llamando a la oficina toda la mañana para advertirte, y me cortabas. Ahora descansá, antes que se me ocurra otra cosa”. Le puso la mano en la frente y lo dejó dormir. Y desde hace tres meses Gómez deja pasar a todos en la fila antes de subirse al colectivo, saluda al de seguridad y descubrió que ambos son de Boca, y trata mejor a sus empleados. Come al mediodía en el mismo lugar. Y si suena el teléfono en su oficina creerá siempre que es Dios, avisando.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“Dios, avisando”-Cuento corto. Basado un poco en el viejo chiste del cura que en la inundación resiste en la Iglesia, lo vienen a buscar tres veces y se niega diciendo que Dios lo ayudará. Muere y le pregunta a Dios por qué no lo ayudó, y le responde “Yo te quise ayudar tres veces”. Un hecho es un stop. A veces la reflexión llega violentamente, no buscándola. Algo siempre hará que veamos qué estamos haciendo hoy con nosotros y con el resto.