"Persistencia" -CC-



Gustavo observaba la lámina con “La persistencia de la memoria” de Dalí. Nora lo miró sabiendo que había olvidado todo lo que ella le dijo y lo retó. Debía prestar más atención, era el final, la última materia de la carrera. “En el barco si se hunde, estamos los dos”, le dijo Nora.






Gustavo se olvidó porque cuando la mente no comprende algo parece negarse a seguir recibiendo esa información imposible de aprender, pero ella se lo volvió a decir. No era necesaria una definición técnica del surrealismo porque para el propio Dalí no la había, al menos para con sus obras. Gustavo empezó a tomar nota de lo que Nora decía. Una vez Dalí fue preguntado por el significado de sus obras y dijo que no sabía. “Pero que yo no sepa su significado no quiere decir que no lo tenga”.






Ella le preguntó a su compañero qué era para él surrealismo. Y Gustavo le dijo que…tenía hambre, si podían parar a comer. Dos días repasando los mismos conceptos comenzaba a consumirlos, salieron rumbo a un supermercado chino en la esquina a comprar comida. De paso Gustavo miraba el barrio de la casa de Nora, porque no le había prestado atención. No se perdía de nada, igual a todos los barrios. Compraron algo para preparar, eligió sin consultarlo a él. En menos de 40 minutos Nora había preparado fideos y estaban comiendo bastante rico.






Continuaron cambiando de lugar en las sillas, como para modificar un poco la perspectiva y no aburrir la mente. El surrealismo no tiene una definición concreta porque pasa por el sentir del autor, que se deja llevar cuando está a punto de empezar su obra. Que tampoco sabe si será obra, es el inicio de algo. Cuando logra borrar todo aquella atadura a preconceptos es cuando el surrealismo se plasma.






Gustavo entendió y en su cabeza se hizo la luz. Es una satisfacción cuando por fin se entiende algo que costaba, la mente es feliz y ese alivio se nota en todo el cuerpo. Faltaba un día para el exámen, tenía nervios, verla a Nora lo ponía aun más nervioso. No porque ella no supiera del tema sino por lo responsable que se sentía con todo, desaprobar sería fallarle. Se desconectó de la situación un momento y le fue a preparar mate.






Mientras se calentaba el agua desde la cocina la vio: estaba Nora con las dos manos entre su pelo largo enrulado, mirando un libro. Los codos sobre las hojas, una especie de buzo de mangas muy largas y unas zapatillas grises. Gustavo se rió de verla, le dio ternura la imagen, se esmeró con el mate porque Nora se lo merecía. Cerca de las 23 se fue de la casa, les esperaba al otro día el final.






Aula 601, ocho de la mañana. Se saludaron, temblaban. Ninguno de los dos recordaba nada, siempre ocurre que el miedo paraliza las neuronas y esconde conceptos. Una media hora de espera y los llaman, se sientan frente a los tres docentes. Le preguntan lo que habían hasta el hartazgo visto: surrealismo.






La deja empezar a ella, él luego completa la idea, hablan de Dalí, los dos se miran y se ríen, recuerdan en silencio tantos días de decir eso que a coro casi recitaban. Dos profesores aflojan con las preguntas a los 15 minutos y apoyan sus espaldas contra la silla, ya no insisten. Queda el del medio, que sigue machacando. La última pregunta fue para Gustavo, Debía responder qué era algo real, una definición sobre el término.






La miró a Nora y dijo “ella”.






El docente se rió y dijo “listo…los felicito, Licenciados”. Los dos conservaron las formas y saludaron a los profesores. Salieron y gritaron de felicidad, corrieron como chicos, se abrazaron como cuando uno encuentra a alguien luego de mucho tiempo.



Como cuando los relojes no marcan nada porque son surrealistas. Y se besaron.






Fueron desde allí en más, reales. Hicieron su cuadro.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

La realización personal no es sólo estudiar. A veces si hay suerte, van con otras tantas suertes de la mano. De la mano con alguien.