"El mueble" -CC-



La puerta del mueble estaba vencida y caída hacia adelante, para cerrarla había que sujetarla con un cartón o bien con una hoja varias veces doblada que hiciera tope. No existía para Miguel orgullo más grande que ese mueble triste, viejo. Tenía un lugar destacado en el comedor, contra una de las paredes y en medio de la sala. Su esposa lo aceptó siempre a regañadientes al objeto, que a veces parecía tener más entidad que varias decisiones en conjunto.






Cuando Miguel no estaba lo abría y siempre encontraba lo mismo: sus recuerdos de niño, algunos cuadernos de escuela, un par de corbatas de adolescente, copas de torneos de fútbol que ya no existen. Lo que le llamaba la atención es que en la parte posterior de la puerta estaba pegada una hoja en blanco, pero que detrás se veía algo escrito aunque no distinguía qué. Doblaba el cartón para hacer tope en la puerta exactamente igual a él para que no se diera cuenta que anduvo mirando el mueble triste.






Una noche Miguel volvió muy tarde, ella lo esperó para prepararle la comida. Fue a buscar el postre y cuando regresó estaba Miguel revolviendo el mueble triste.






¿No viste un señalador?.



“¿Un señalador?. No, yo nunca abro ahí”, mintió con estilo Carla.






Después de mucho buscar lo encontró y se lo llevó a la habitación, ambos se acostaron, él se puso a leer un libro y cuando se decidió dormir usó el señalador para marcar la hoja. Carla vio eso y esperó pacientemente su momento. Cuando Miguel estuvo dormido dio la vuelta a la cama y tomó el libro de la mesa de luz, lo abrió. El señalador, muy viejo y despintado, decía “Sólo viven aquellos que luchan-Víctor Hugo-Los miserables”. Eso no significaba nada para Carla.






Los días pasaron y el ánimo de Miguel iba en bajada, el postre pasaba a ser un café en donde le contaba todos sus pesares laborales. A la mañana otra vez Carla vio a Miguel revolviendo el mueble triste. Encontró una hoja muy amarilla o en realidad parecía un sobre muy amarillo por el tiempo. Decía “Abrir a los 37 años”. Lo abrió y estaba la letra de su papá. El mensaje decía “Ya leíste el señalador, ya leíste esta carta. Sabés lo que sigue”.






Ella entendía más bien poco y sospechaba que su marido algo menos. Carla le preguntó en confianza por la hoja puesta en la parte de atrás de la puerta del mueble triste y él le dijo que debía leerla luego de todo lo que le ocurriera.






Dos días después Miguel renuncia a su trabajo, se pelea con su jefe, llega a la casa mojado por la lluvia repentina que no perdonó a su traje. Sacó los objetos del mueble triste y los puso en otro lugar. Le contó a su esposa lo que el padre le había dicho hace muchos años, de cómo a los 37 iban a suceder todas y cada una de las cosas, que no entendía cómo podía saberlo tantos años antes.






“Para honrar pasado olvídelo caminando su presente”, decía la hoja en la puerta.






Un martes lo dejó en la calle, al lado del poste.



A ese mueble viejo, su tristeza, para empezar de nuevo.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Aquello que está en medio y no nos hace bien, debería dejar de ser el centro de nuestras cuestiones, tan fácil y tan difícil a la vez.