"Paisaje en el alma" -Cuento Corto-



Marcelo disfrutaba el viaje por Mendoza. Estaba realmente feliz por tener 15 días de descanso y quería aprovecharlo. Para Alicia en cambio la cuestión pasaba por acompañar y aceptar que si las vacaciones tocan en pleno enero, el calor aunque no le guste va a estar presente en todo el viaje.






En el último dia el grupo va hasta Las Leñas. Al mediodía, unos veinte kilómetros antes de Malargue, una estancia los esperaba para el almuerzo. Bajan y se van acomodando en una larga mesa. Ella pide el primer plato y no quiso comer más, no tenía hambre, y sale un rato para fumar tranquila. La entrada a la estancia tenía un camino en piedra de color gris, un canto rodado muy lindo, demarcado por líneas blancas. Sobre la izquierda otro camino, ya de tierra y sin piedras.






Elige ir unos metros por ese sector pero no puede prender el cigarrillo por el viento que se lo impide. Lo guarda y sigue caminando. Por el azar de la naturaleza ese camino empezaba a quedar encerrado entre dos tramos de la cordillera. Cerró su campera hasta el cuello, el viento hacía un ruido particular que nunca había sentido. Se frenó. Escuchó el silencio, creyó estar loca pero no: el silencio tiene ruido cuando el ámbito es más grande.






La realidad, por dos segundos, la hace girar y ver que la estancia le iba quedando lejos. Mira hacia adelante y descubre la razón del ruido: un pequeño rio iba con fuerza, de izquierda a derecha, con agua de color tan transparente que veía el fondo de piedras en distintos tamaños y colores. Era realmente hermoso. Siguió paralela al rio unos veinte metros. Encontró a un nene de no tendría más de 10 años. Estaba sentado mirando el agua muy concentrado. Cuando lo iba a saludar vio a un hombre en medio de la correntada, con su caña de pescar. Un hombre mayor, con unas botas muy altas que apenas se le veían de lo profundo que resultaba ser ese rio. Luchaba con la caña y el pez, el arte de pescar tiene una tensión que sin embargo Alicia disfrutó.






Se quedó mirando el final de la obra. El hombre de un movimiento saca el pez y lo mira al chico, que se pone de pie y espera el final, lo deja casi en su mano. Alicia saluda y ambos se la quedan mirando. Los felicita, les cuenta que era turista, que el paisaje le parecía hermoso.






El hombre le dice “este paisaje no es mio, es de usted también, doña”. Y ella entendió con el corazón el razonamiento de ese hombre desconocido. De pronto volvió a la realidad, emprendió la vuelta. En la estancia todos preguntaban por ella.



"¿Dónde estuviste?" Preguntó Marcelo?.



-Disfrutando el viaje, le dice Alicia. Por fin.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Darse tiempo para disfrutar puede ser en cualquier momento. A estar atento a las señales!! algo nos interesará y disfrutaremos más que otras. No esperar, sino a averiguarlo...