."El ruido del rio".

Una vez el Destino me contó que no tenía claro qué hacer consigo mismo. Yo le dije que tampoco sabía el mio, que persigo algo que se aleja persistente y que de noche sueño con, quizás, ser testigo. Que no llegué a verlo porque en realidad lo transito sin pedirlo. Nos quedamos en silencio, Destino y yo, mirando el agua del rio. Reflejada en no sé qué farol, tenía movimiento y ruido. Dejándonos llevar y para evitar seguir hablando sin sentido, quedamos hipnotizados en un punto fijo. Uno suele buscar las respuestas en los puntos fijos, donde se quedan anclados los pasados, lo que han sido. De pronto ese ruido nos empezó a dejar sordos y nos pusimos de pie, de cara al rio. Le di la mano al Destino, que sonrió de compromiso, y me fui para mi casa. Sin saber qué hacer conmigo.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

Pensamientos que nacen cuando cae la noche.