"Eso por hacer" -Cuento corto-

Patricia cambiaba de canales aburrida con el control remoto desde hacía unos diez minutos. Suena el teléfono pero deja que el contestador responda, seguramente será otra vez la promoción de la banda ancha, esa insoportable voz femenina. “Te habla Miriam, conseguí tu número. ¿Estás ahí?”. Patricia abrió los ojos y miró el contestador, que con su luz roja titilaba avisando del llamado. Se quedó helada y sin reacción. “Yo el sábado a la tarde estoy en casa, vivo en Bernal, te paso la dirección”. Patricia anotó y cuando Miriam colgó se sentó a pensar. Su hermana no le hablaba desde hacía unos veinte años. Sonaba como mujer grande, fue extraño lo que sintió y nunca fue claro lo que pasó. Discusiones de dos mujeres que no cedieron y que quedaron heridas, pero ahora la invitaba a verla. El sábado Patricia salió de su casa de Palermo, en colectivo hasta Constitución y de ahí el tren. Nunca había viajado en ese tren y miraba todo con asombro y recelo. Se bajó en Wilde y otro colectivo más hasta Bernal. De la parada unas tres cuadras caminando. La vereda es un mejorado de cemento muy angosto, que serpentea una canaleta a cielo abierto, que con suerte el agua por allí corre. Llega a la casa, que tiene reja y timbre de color verde. Toca pero siente que no suena y hace palmas. Un perro que ladra en el costado y desde la puerta una cortina azul que se mueve, sale Miriam. Con la llave en la mano se pone a llorar y le abre, ambas se abrazan. Patricia le cuenta que vive sola en Palermo, que nunca se ha casado, que es empleada de una empresa y que en general está muy aburrida. Miriam le ofrece mate y mientras va a poner más agua Patricia mira la cocina. Dos colores en la pared a medio pintar, una ventana con tres colores de vidrio y una heladera con los bordes un tanto viejos. Su hermana le dice que ha formado familia. Que tiene dos hijos, uno estudia para ser médico y el otro está en el primario. Que su marido la dejó apenas nacido el segundo hijo y en la calle. Que esa casa es de una prima de una conocida que no le cobra alquiler pero que cada tanto viene a pedir mucha plata junta, y se la tiene que dar. Que trabaja de empleada doméstica de lunes a viernes a tiempo completo, que no gana mucho pero es feliz. Tres horas y media después Patricia le ofrece irse a vivir con ella a Palermo, solucionándole el tema de la vivienda. Pero le pidió algo. Que le dijera cómo podía ser feliz en medio de tanta carencia. Miriam le dijo: “No te lo puedo enseñar, hay que pasarlo. Si yo me resigno estas paredes se terminan de caer. Hacé siempre algo para no sentir eso horrible que es no tener un motivo adelante”. A los 15 dias Miriam preparaba la cena en la casa de Palermo para su hermana y sus hijos. Patricia la mira servir. Y siente que ha servido.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“Eso por hacer”-Cuento corto. El vacío que a veces ocurre de tener todo y no tener nada, y cómo en ciertas ocasiones no hay tantas diferencias. Qué valor le otorgamos a lo que hacemos por los demás y cómo disfrutamos genuinamente de la consecuencia.