"Paredes" -Cuento corto-

Los Richmond se van de vacaciones y le aviso a mi esposa para que venga a ver por la ventana cómo parten nuestros vecinos. El auto está cargado de cosas y hasta el perro asoma por la ventanilla. Es una familia rara, los Richmond. No saludan, no se los suele ver, hace cinco años son algo así como invitados de un barrio tranquilo. Al otro día, llegan a las siete de la mañana obreros enfrente y comienzan a limpiar el terreno. Sobre el mediodía llegaron los materiales, el asunto ya me parecía extraño. Mis vacaciones del trabajo parece que serán sólo mirar la casa del vecino. A los tres días veo que hacen la base de cemento de una pared. Pero una pared bien grande, que abarca el ancho del terreno y es mezcla de ladrillos a la vista y un cemento con algún garabato. A los veinte días la casa no se veía más, superada en alto por la pared. Quedó prolijo pero horrible desde lo estético. Los obreros se van y la casa que ya es directamente una pared, tiene ahora dos faroles que decoran la flamante construcción. Exactamente al mes los Richmond regresan. Entran por el portón nuevo y estrecho, pareciera que el auto pide permiso. Mi esposa me dice que ella averiguará de algún modo por qué han hecho esa pared. Un día veo que entran el auto y espero a que cierren el portón. Me cruzo y me agacho un poco para ver desde la cerradura hacia el interior. En eso alguien abre desde adentro y me ve espiando. Yo me pongo derecho y tan colorado como el mejor de los tomates. El señor Richmond se empezó a reir y yo no sabía qué hacer. Le pedí disculpas pero le pregunté con todo respeto qué razón tenía hacer esa pared. “¿Yo le puedo hacer una pregunta a usted?”. Sí. “¿Y qué razón tiene usted para mirar mi casa?”. Me quedé en silencio y él aprovechó y me extendió la mano, que también le di. Desde ese día pasaron dos meses. Mi esposa ya no espía más a los vecinos. Los Richmond ya no me importan. Y a la nueva pared de mi casa, el color verde le hace juego con el pasto. Un consuelo, saber que ahora nadie me ve. Ni veo.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“Paredes”-Cuento corto. La paranoia que nos suele perseguir tiene a veces factores propios. Nuestros miedos son siempre motorizados en las cosas que no vemos. Una pared tapa lo que no queremos que vean. Y así, a la vez, nosotros tampoco podemos ver. Paradojas paranoicas.