Latidos crónicos.
Tenue luz de ojos cerrados,
de esperanza sobre niebla.
Mar de lejos, solitario camino
parecido a mi y a la vez
nuevo, dificultoso.
Un intento más le pido
a esos latidos tibios de Fe.
No me detengo a preguntarme.
Decido avanzar, pensarme
en movimiento ascendente.
Piedra gris, el piso que
parece espejo y yo que quiero
desteñir mi razón con mente en blanco.
Sin pedirme permiso, avanzo.
Y a dos pasos, luz, sonido
de afuera del mundo.
Que aturde.
El latido de miedo se acelera,
miro hacia adentro, me siento
a contemplar la búsqueda,
a llenarme de cierto
presente desatado.
Nada me contiene.
Ni tiene.
Hago un gesto, fue un segundo.
Cuando llené el vacío
que explicaba todo un cielo.
Ese que el presente de viento dejó expuesto.
Sin nubes.
Me incliné ante el hallazgo.
Me reí. La razón aun dormía
pero ella hubiera hecho lo mismo.
Bajé sin mirar mis pies.
Bajé sabiendo adonde ir.
Desciendo con luz de ojos cerrados,
de latidos crónicos sin culpas.
De saber que ya no me culpo.
Mi razón quedó hermosamente desteñida.
Al pie del presente.
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“Hacia afuera”-Prosa. La historia de un hombre cansado de no saber para qué vive, y que busca en la cima de una montaña sus razones. Y se da cuenta de algo: las explicaciones no están ni arriba, ni debajo de la montaña. Están siempre dentro de uno.
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