"Pacto" -Prosa-

No era Dios la razón,
lleno en las paredes y ajeno
a sus pasos habituales y desteñidos.
Sentía lo que nadie sentía,
lágrimas por fuera de sí que lo seguían
estoicas, lo esperaban en la esquina de su alma.
Y procedían. Pinchaban.
El niño sentía eso.
Hasta que no pudo más
que volverse ausencia de miedo repetida.
Fue resuelto un dia en que ya estaba dentro
de aquello tan habitual que es ser. Y volvió.
Para buscar preguntas a sus respuestas
de laberintos ya tan transitados, de curvas, de señas.
Se dejó llevar, recorrió el centro de sí, tocó las paredes.
Pensó en Dios y puso la mano contra el sol.
Sombras de sus dedos ajenos se mueven
pero lo rodean, lo observan y se van.
No está el niño, esperan todos por él.
Tiene una llave que cerró del lado del alma
para imponer la razón y sus pasos.
Su deseo de niño, hombre.
Su viejo deseo que lo acompaña.
Ayer, hoy, ya.
De lejos.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“Pacto”-Prosa. Siempre que mi madre de chico me llevaba a Luján yo terminaba llorando. Y ella durante años creyó que formaba parte de una protesta por estar a disgusto siendo niño. Pero se dio cuenta sin que se lo diga que había algo del lugar que me generaba esa angustia. Durante 20 años no volví. Hasta diciembre de 2002. Fui a rezar, fui a buscar mis miedos, a ver qué pasaba ahí. Y en realidad no pasaba mucho. Los miedos uno los lleva adonde va, no están en Luján. Aprendí, hoy que voy cada tres meses, a que la emoción no debe ser parte de sufrir. Que canalizar lo que nos pasa permite ver mejor. Hice un pacto con el de arriba, quizás.