"El que cura" -Cuento corto-

Un hombre camina encorvado por Diagonal norte. Tiene traje de oficinista pero algo desalineado, quizás no lo sea aunque ahora todo es desalineado. Espera el semáforo para cruzar y sobresale del resto porque su espalda está ligeramente torcida, algunos lo miran de reojo para no hacerlo sentir incómodo. Avanza hasta Florida, se pierde en el mar de gente. Cuando cruza Córdoba acelera los pasos, tenía que estar en Plaza San Martín a las diez y media de la mañana. Faltaban seis minutos. Le molestaba caminar mal y no podía acelerar la marcha, se resignó a avanzar como podía y llegó. Tarde. Lo esperaba otro hombre, vestido de color crema, al lado de los asientos de cemento bajo los árboles. Se vieron y saludaron. No se conocían pero lo hicieron con afecto. El hombre vestido todo de color crema le puso la mano en el hombro haciendo sentar al otro. Le dijo al oído que los problemas se cargan en la espalda y duelen en el corazón. Que dejara en la plaza la mochila. Y el encorvado comenzó a llorar. El que estaba de pie le puso su otra mano en el otro hombro a modo de consuelo y de pronto el hombre sentado comenzó a ponerse derecho, a enderezar su espalda y su cuello. Ambos se miraron y el que estaba sentado dejó de llorar y se puso de pie. Le dio la mano y ahora a ambos se los veía altos. Nada se sabe del hombre vestido de color crema. Dicen que arregla espaldas, que disuelve cargas, que no es kinesiólogo. O sí, pero del alma. Atiende en plazas.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“El que cura”-Cuento corto. Lo que se acumula en nosotros en algunos va a la espalda. Y pesa como mochila. Pero hasta que no nos dicen que caminamos encorvados llevando problemas, quizás no lo vemos. Alguien siempre lo ve para avisarnos.