"Se deja ver" -Cuento corto-

Raimundo Gisto. Cordobés. Buen contador de chistes, excelente cebador de mate. Casado, dos hijas y una cifra indeterminada de amigos. Elogiado asador y motivador permanente de momentos lindos. Desde hacía dos años en silencio soportaba algo. En realidad primero fue una compañía y luego una pesada carga. Todas las mañanas Raimundo salía rumbo a la agencia de motos de donde era socio. Paraba su auto en el semáforo y con los dedos seguía el ritmo de la música en el volante, lentamente. Y siempre le ocurría lo mismo: dejaba de ver la calle y pasaba a tener una imagen de un blanco muy luminoso. Distinguía en el fondo una figura. Era una mujer que al parecer miraba por una ventana. De pronto de ahí surgía un viento fuerte, y las cortinas se movían al mismo ritmo que los largos cabellos de esa mujer. La imagen se iba y volvía a la realidad de su auto y el semáforo. Asi fueron los dos últimos años de lunes a viernes, siempre en el mismo lugar. Se lo contó primero al Chino, su amigo de la infancia. El Chino lo miró y pensó que era una broma pero los ojos de Raimundo no decían eso. Le dijo que quizás era algo que vio en la televisión y le quedó en la cabeza. La Liebre, el segundo amigo en saberlo, fue un poco más preciso: “Deberías acercarte a la mujer en esa imagen, a ver quién es”. Raimundo tomó nota pero cuando ocurría parecía que la cosa era que él fuera espectador, y no podía salir de eso. Un día se lo contó a la esposa. La Gladis era imprevisible. Podía entenderlo o decirle de todo. Se sentaron y él le relató lo que veía. Ella le preguntó si la estaba engañando con alguien y él juró que no. “Bueno, yo no creo en los fantasmas, asi que te voy a acompañar en auto y listo”. Al otro dia Gladis y Raimundo estaban en el auto, se acercan al lugar y al semáforo. Raimundo le dice que es ahí. Ella mira a los costados y atrás. Lo mira a Raimundo que cierra los ojos, como en trance. Lo toca para despertarlo y el auto se acelera. Él vuelve en sí e intenta frenar pero atropella a una mujer en la vereda. Se baja a los gritos pero la mujer no tiene heridas y fue un accidente con suerte, la ayuda a levantarse, le da sus datos por las dudas. A los 15 dias le llega una citación de un Juez: la mujer le iniciaba juicio por “daño moral”. Sabía que sin gente en su favor iba a perder. Los abogados se juntaron y comenzaron a negociar el monto. Dos días después el abogado llama a Raimundo y le dice que se presentó una testigo, vecina de la cuadra, que hablaría a su favor. Raimundo entra a la oficina del estudio y ve a una mujer de espaldas mirando por la ventana. En eso el viento mueve su pelo largo, y las cortinas le siguen el ritmo. Qué extraño castigo celestial. Algunos ven a la suerte antes de necesitarla.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“Se deja ver”-Cuento corto. Hay personas que saben que les va a ir bien. Están quienes lo expresan públicamente y uno ve que no es deseo, es afirmación. Otros lo callan pero les ocurre, y también son felices. No son tocados por la varita mágica. Son personas predispuestas a que les ocurra. Para sus sueños, este cuento.