"Descreer" -Cuento corto-

Cantar el himno en voz alta paradójicamente hace que nuestra voz suene más baja. A muchos les ocurre y a Silvina también. Siente que la están mirando y se pone colorada. ¿Cuándo va a terminar esta ceremonia?. Es jueves. Su hermana Victoria se recibe de abogada y al nombrarla Silvina se pone de pie y comienza la ametralladora de fotos. Ve por la pantalla de la cámara el gesto del Decano, la mano extendida de Victoria y el título enrollado en la cinta celeste y blanca. Emocionadas ambas hermanas se abrazan. El papá desde algún lado seguro las estaría viendo. Caminan delante de todos los demás familiares, Victoria la mira sin decirle una palabra pero diciendo todo con los ojos. Silvina le dice que no. Que no irá ahí, que le siguió la locura toda la carrera y cada vez que se lo pidió, pero que ya estaba. “Tenés que acompañarme, es un minuto. Vamos y volvemos”. Dejan a los familiares en un bar y con una excusa se van. Victoria cree y Silvina descree, siempre fue así en casi todos los temas desde que nacieron. El 132 las deja cerca de la estación Pueyrredón, línea B de subtes. Compran el boleto y bajan la empinada escalera mecánica. Calor desde los ventiladores y en el ambiente. Ven el asiento de metal pintado de rojo en el extremo de la estación y hacia ahí van. Victoria todos los jueves se sentaba en ese lugar a esperar el subte y repasar sus apuntes. Dice que cuando se hace un silencio en el andén escucha de algún lado, todos los jueves, la voz de su papá. Silvina la quiere mucho pero no le cree. Le dice que quizás ella quiera escuchar la voz, pero que no ocurre. La acompañó varias veces y con ella ahí no se escuchó nada. Pasan dos formaciones de subtes, siguen sentadas las dos. Victoria comienza a llorar, a pensar que estaba loca, su hermana la abraza. Se levantan y buscan la salida. Victoria sube por las escaleras primero y a su hermana se le desprende el cinto de la cartera. Se cae al piso justo a punto de subir. Silvina la levanta del suelo, no había nadie. “Prometeme: ¿la vas a cuidar?” se escucha en medio del silencio, sólo interrumpido por el metal de la escalera en movimiento. Se incorpora y entra de nuevo a la estación. Ve el asiento, cree que hay alguien. Por primera vez ella también siente más de lo que ve. Mira hacia arriba y dice “sí”. La escalera mecánica sube. Con Silvina, que ahora cree. Y con su promesa.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“Descreer”-Cuento corto. Nuestras propias convicciones a veces tiemblan y se mueven. Porque están vivas, porque no son siempre definitivas. Porque tienen posibilidades de mejorarse. Porque, al fin y al cabo, sentir y creer es la combinación que mejor nos queda. La persona con esas dosis exactas será sin dudas feliz.