"La costurera" -Cuento corto-

Sandra recuerda la primera vez en que sintió pánico escénico perfectamente. Cuando tenía seis años tomó de adentro de un placard un costurero de esos con tapa algo descosida por viejo (en casa de costureros, cuchillo de palo) y el contenido entero de las dos divisiones de la caja cayeron como catarata. Sandra se quedó quieta y se tapó los oídos mientras hebillas, dedales, agujas e imanes quedaron a su alrededor. El mundo se había venido abajo para Sandra, caído al suelo. Apareció su abuela gritando, buscó unos botones celestes que como eran chiquitos habían saltado bien lejos. La mamá se puso los brazos en jarra y miraba la escena sin decir una palabra. Una de las tias, de visita en la casa la miró a Sandra, amagó a retarla. “Salí de acá”, le dijo la abuela, con temor a que el botón justo lo estuviera pisando. Los siete años de Sandra quedaron conmovidos y se puso al lado de la pared del pasillo, nadie reparaba en ella. Tres mujeres agachadas intentaban juntar todo del suelo. Tuvo suerte con las dos tijeras, porque como iban trabadas en la caja quedaron en su lugar, no se desprendieron. La abuela pidió un escobillón, Sandra quiso ayudar con la pala pero nadie la oyó. Se puso a mirar todo desde la entrada a la cocina. Su mamá le dijo “nunca más sacás el costurero sola, nunca. ¿Oíste?”. Dicen que Sandra, ahora de grande, guarda todo en muebles de la cintura hacia abajo. Pero el sábado se puso a ordenar cosas, el costurero quedó mal ubicado arriba de la heladera, la abrió y todo cayó. Y se quedó quieta. Y se tapó los oídos. Y el recuerdo la sorprendió, plena. Volvió a ser la chica del costurero sin que nadie lo supiera.

1 comentarios:

Gabriel dijo...

“La costurera”-Cuento corto. Ciertos momentos impregnados que se apuran a salir en cuanto tocamos algo y nos recuerdan hechos pasados.