Bienvenidos al tren


Hace un mes, en los primeros días de julio de 2010, el legislador Fernando “Pino” Solanas estaba en el hall central de la estación Once, justo cuando yo iba a tomar el tren. El grupo sería de unas 200 personas más los medios de comunicación, y me puse a grabarlo más por curiosidad de estar cerca de un político, que por lo que estaba diciendo. Respondía preguntas de los periodistas sobre el estado de los trenes en la Argentina, con el diagnóstico que cualquiera que toma ese transporte tiene: lamentable.


Había en el lugar un clima de querer que los trenes “fueran como antes”, en donde eran estatales, daban trabajo a muchas familias y eran motor de pueblos, que iban al ritmo del tren que llegaba, como única chance de contacto con el afuera. Y la verdad es que por una cuestión de edad ni siquiera fui testigo de esos momentos, porque fueron hace ya demasiado tiempo.


Igual ese clima que conté, nostálgico si se quiere, también yo lo tenía. Era nomás como dice el tema de Sabina: “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”. Y en este caso perfectamente se veía eso. Me puse a pensar cuándo fue alguna vez en que yo haya dicho con orgullo algo sobre el servicio, la línea ferroviaria que haya tomado…y no existe ese momento.


Si, el respeto y cariño al transporte. Al que quise desde que volví del hospital una vez nacido, en tren. Por cariño se soporta, y soporta. Y no hablo de un matrimonio, sino de lo mal que se ha viajado durante décadas, y uno va ya tomándolo como parte de la normalidad. Es un claro recurso de defensa. Cuando era chico miraba la cara de la gente y me parecían, todos, que no estaban pensando en que estaban viajando, que no eran conscientes de eso. Y cuando uno ya es grande se obtiene la respuesta: ¿de qué serviría darme cuenta de la forma y el tiempo perdido todos los días de la misma manera?. La rutina permite el disfrute, pero sólo cuando soy consciente de eso.


Volví a la realidad del discurso en medio del hall de Once. Una gran bandera era flameada por un muchacho que hasta parece que calculó, para darme con la punta del paño en la cara. Me pidió disculpas y ambos nos quedamos juntos escuchando lo que se decía, él bandera abajo. De reojo leí que decía “Partido Obrero”, en letras amarillas y fondo rojo. Me puse a grabar esto que he subido al Blog y dos o tres fragmentos más.

La maldad evidentemente me recorre el cuerpo cada tanto, y sentí que debía preguntar con saña. Le dije “qué barbaridad lo que hacen con los trenes” como para iniciar una más que breve charla.
El muchacho estaba enfervorizado y aplaudía todo. Cuando uno de los aplausos se hizo presente, yo le dije “la verdad es que en todas las líneas se viaja mal, ¿no?...porque…¿cuántas líneas de trenes hay?”…el chico empezó a abrir y cerrar la mano, contando con la mente cuántas líneas hay, y me terminó diciendo que había cuatro, no muy seguro. Yo lo miré con cierta superioridad pero la maldad no me dio como para enrostrarle semejante dato…tan…simple. Debía el muchacho saberlo, si defiende a los trenes. Pero tampoco yo me sé las 200 y pico de estaciones en todo el país, con lo que no soy un erudito ni mucho menos.


La idea se me iba completando. No sólo añoramos algo que no hemos podido ver, sino que defendemos lo que conocemos bastante poco. Vaya combo. Me alejé de la manifestación y me fui hasta la expendedora a sacar el boleto. Me rebotó tres veces la moneda de 25 centavos. En la otra máquina hay dos chicos de unos siete años, que sacan por uno el boleto una vez que cae en la parte inferior de la máquina y exigen a veces de no muy buen modo, que el vuelto que dio la máquina uno se los deje. Pero como pagaba justo, directamente ellos piden lo que sea. Los conozco de verlos cuando aun eran más chicos que ahora.


Me fui hasta la boletería para poder sacar pasaje desde ahí. Pero como estaba frente a la marcha en medio del hall, todas las ventanillas estaban cerradas. Imaginé burlar los controles como muchos hacen, por más sistema que se implemente. Encontré una expendedora y cumplir con mi deber, pagar el boleto.


Esperan no los trenes nuevos, sino alguna de las 16 o 17 formaciones aun viejas. Pero ya dije, me acostumbré. Uno se acostumbra a ciertas cosas. El tren de la alegría que sale de Plaza Colón en Mar del Plata a veces me parece más seguro que estas formaciones, y eso incluye a Pluto como motorman. Arranca de una vez, y vuelvo a no pensar en nada.


Bienvenidos al tren.

3 comentarios:

Gabriel dijo...

El mejor viaje en tren es aquel que hace de los paisajes algo que nos haga pensar en absolutamente nada más...que ese momento. ¡Eso sí es un tren!.

Anónimo dijo...

Mirá yo tampoco tengo idea de cuantos trenes hay, así nomás te puedo decir que los de Buenos Aires salen de 4 lados, Retiro, el Roca de Constitución, estación Buenos Aires y Once. Me fijo y veo que hay más, claro, lacroze, el de puerto madero, que son varias las líneas que salen de Retiro diría que lo sabía pero para mí son como lo mismo al salir de allí (después de todo, también hay líneas que son "una sola" pero que después se subdividen en numerosas direcciones), y nos faltan todas las de afuera de capital, desde el tren de la costa, trenes de Entre Ríos, Córdoba, chaco, etc. ¿De en serio te las sabes todas las líneas y es algo tan "simple"?

Yo soy alguien que no suelo viajar en tren, tan sólo uso el Roca, y han sido contadas ocasiones en toda mi vida que viajé en otros. ¿Eso me quita la posibilidad de opinar, la posibilidad de ir a un acto sobre el tema? y además si voy es para escuchar viste, no para participar de "panelista" en un debate. Y sin todos esos "simples" conocimientos, sin embargo tengo conocimientos sobre otras cuestiones, como el tema de los enormes subsidios y las empresas que se llenan de guita pero no invierten nada ni en mantenimiento ni en personal en blanco, el tema ahora que salió con el proyecto de compras a China sin licitación y con el 4% para Franco Macri, cuando además muchas de los materiales podrían fabricarse en talleres nacionales, cuestiones varias sobre el Belgrano Cargas, etc.

Gabriel dijo...

En primer lugar, te agradezco que comentes la nota. Coincido en muchas cosas con vos. No le quito con mi opinión a Pino Solanas la posibilidad de expresarse, de hecho va muy bien en las encuestas en lo que es Capital Federal. Simplemente marqué esta añoranza que nos remite a mejores épocas que la mayoría de los que ahí estábamos no habíamos vivido. El objetivo claro de la movilización era que los medios estuviesen presentes, te dabas cuenta por la manera en que todo estaba organizado, y me parece genial que se den a conocer las ideas de Pino sobre los trenes, gran película sobre eso ha hecho, además de aquella del avión Pulqui que Córdoba llegó a fabricar y exportar. Uno está tentado de opinar y vos y yo lo hacemos, y lo haríamos frente a otras cuestiones. No reduzco la visión a quienes viajamos seguido, de hecho lo relato con el cariño que el medio de transporte me merece, creo que es insuperable. Pero para variar, hay intereses que no dejan expandir más y mejor al tren. De los que conocemos y de los que no. Los vagones que Portugal nos regaló y que venían con la trocha más chica que el sistema argentino y hasta acá no sirven, muchos están en los talleres de Haedo. pasás con el tren y decís...bueno...´quién se hizo el negoción con todo esto!! pero suelo hacerme mala sangre. Despotrico escribiendo, como inicio de algo. Te agradezco nuevamente la chance de reflexionar los dos. No sé tu nombre, pero gracias.